Alfonso Ussía

Cosquillitas

La Razón
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La FIFA ha decidido modernizarse. Y al tiempo de modernizarse, amariconarse. Con la cantidad de cambios y mejoras que el fútbol precisa, se ha sacado de la manga el «tiempo de hidratación». Dos minutos de interrupción del partido en juego para que los jugadores beban. En compensación podrían exigir a los futbolistas que no escupan sobre el terreno de juego. Ignoro la causa y la conveniencia de esa costumbre tan guarra. El esfuerzo, dirán. También se esfuerzan los jugadores de baloncesto, de balonmano, de tenis y los atletas, pero éstos no escupen. Los futbolistas beben y se refrescan cuando el partido se interrumpe por motivos deportivos. Siempre lo han hecho así, y en la larga y ancha historia del fútbol, ningún jugador se ha muerto de sed. Los futbolistas entrenan, y disfrutan todas las semanas de diferentes sesiones de baño y masaje. «Van a terminar por parecerse a las palomitas», que dijo don Santiago Bernabéu. Para Bernabéu las palomitas no eran las torcaces, las zuritas o las mensajeras, sino otras bien distintas. «Cuando jugábamos contra el ‘‘Aleti’’, los que perdían pagaban las palomitas de los que ganaban». Bernabéu era un tanto misógino, y muy tímido. En una reunión de amigos, su mujer doña María, que se había trasegado más de un chupito, perdió el límite de la medida y le preguntó a don Santiago . –Santiago, ¿verdad que me quieres mucho?-. Y Bernabéu, en trance de un ataque de alipori, le respondió: -Sí, María, pero no me lo recuerdes-.

Fuíme por las ramas. Escribía del hallazgo de los grandes gestores y administradores del fútbol en el mundo. El tiempo de hidratación. Como en algunas ferias taurinas, en el intervalo del tercer toro y el cuarto, el tiempo de la merienda. El baloncesto de la NBA se hace insoportable por la cantidad de tiempos de interrupción que permite su reglamento. Pero no hay un tiempo de hidratación. Los jugadores beben cuando se sientan en el banquillo. El tiempo de hidratación en verano demanda la compensación del tiempo de calefacción en invierno. Así, en plena nevada o en una noche gélida, el árbitro hará sonar su silbato y de los banquillos saldrán ágiles operarios con estufas o mesas camillas para que los futbolistas calienten sus muslos ateridos. Propongo las mesas camillas, porque permiten la charlita y se puede aprovechar el tiempo de calefacción para pulir detalles técnicos. Durante el tiempo de hidratación, los servicios de hostelería de los palcos de los grandes clubes, repartirán entre los invitados botellines de agua o de cerveza. Los nervios también secan la garganta, y el mismo derecho para hidratarse tiene Messi que Bartoméu, que rima con Bernabéu, pero no hay color. El siguiente paso será el de establecer la obligatoriedad del tiempo de cosquillitas. Los futbolistas son muy sensibles y aman a sus clubes por encima de todas las cosas. Neymar de niño, soñaba con jugar en el París Saint Germain, y Morata – lo supimos semanas atrás-, en el Chelsea. Ese amor por el escudo tiene que ser compensado con una sesión de cosquillitas espaldares, someras caricias, leves pero sentidos arrumacos, cucamonas, mamolas y zalemas. Serán los presidentes y miembros de las juntas directivas de los clubes los encargados de llevar a cabo este justo premio al amor por la camiseta. Aparecerán en fila desde el túnel de los vestuarios y procederán a engatusar las espaldas de sus futbolistas durante dos minutos, que no podrán coincidir con los de la hidratación. Al menos, el tiempo de las cosquillitas ofrecería a los espectadores una muestra de ejemplar cariño entre los seres humanos.

Y por otra parte, podrá ser utilizado de excusa en caso de derrota. A la pregunta del incisivo periodista -¿Por qué han perdido de manera tan contundente?-, el entrenador responderá: - Nuestros directivos no han estado acertados en las cosquillitas y los chicos, que son humanos, no han conseguido superar la decepción-.

Con el tiempo de hidratación y el tiempo de las cosquillitas el fútbol será más humano y sonriente. Ya establecidas en la costumbre estas interrupciones, se intentará añadir un tercer tiempo de obligatorio cumplimiento. El tiempo del pipí. Dos minutos para hacer pipí. Siempre que los futbolistas, esos intrépidos deportistas, no aprovechen el tiempo del pipí para hacer popó.

El fútbol se humaniza, y ya era hora.