Nacionalismo

Cultivo de champiñones

La Razón
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A Cambó se le tenía por Bismarck en España y Bolívar en Cataluña, riquísimo y sinuoso, jugaba con varias barajas según conviniera a sus intereses personales, los de Cataluña y los de España; por ese orden. Se exilió en Buenos Aires donde expiró por un tumor, e Indalecio Prieto, expatriado en México, comentó el óbito: «¡Pobre cáncer»! No fue un ave rara sino exponente de una secesión, o disfraz, mercantilista, de pesos y medidas, de «botiguer», pese al cosmopolitismo del prohombre. Cuando ignorábamos la existencia de la corporación Pujol y su contabilidad confiscatoria, el «molt honorable» lo parecía y hasta se hacía pasar por mirlo blanco cortando de raíz «Terra Lliure», comentando que los vascos no habían sido romanizados, llevándose bien con el Rey, facilitando la gobernación nacional y propiciando un grueso catalanismo que sólo los avisados entendieron como ariete secesionista. Se suponía el victimismo, pero no que la inmersión lingüística abocara en la inmersión fiscal, en la insumisión y la desconexión. La indagación policial sobre el 3 por ciento es apolítica al lado de la dúplica de Maragall a la bancada de Convergència Democrática de Cataluña, ya dirigida por Artur Mas: «Ustedes tienen un problema que se llama 3 por ciento». Bajó el suflé y se dejó hacer, aunque afectados o cómplices aseguran que los porcentajes suben del 9 por ciento. Pujol era un médico no ejerciente, pasado por el colegio alemán y las milicias universitarias, metiendo a la familia en un piso con aluminosis, y de una apariencia austera que no predecía que le acabaran sindicando como la séptima fortuna española. El presunto se ha reunido con jóvenes para recabar toda la mierda para sí, no convirtiendo su movimiento en un establo. El catalán es escatológico y lo que arteramente organizó Pujol fue un cultivo masivo de champiñones en cava: ninguna luz y muchísima mierda. Ha sido tal el fraude que Junqueras pagará la deuda externa catalana con los champiñones de CDC. La revelaciones del senador Vidal sobre la renacida Gestapo pueden ser maliciosas, pero es revelador el proyecto constitucional de la República Mágica que desconoce el derecho a decidir de sus provincias o establece como oficial el catalán y el occitano, desfilando el español al limbo. ¿Cómo es posible que la burguesía catalana vote a esta gentuza con los bolsillos llenos de mordidas, asociados al antisistema de la depreciación económica? Sin ninguna luz y como el champiñón creciendo entre la mierda.