Ely del Valle

CUP sin «relaxing»

La Razón
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El problema no lo tienen ni Cataluña ni Artur Mas: lo tienen los catalanes y por extensión, todos los demás. Solo hay que ver el follón en el que se ha metido el trío los Panchos de Juntos por el Sí, que a fuerza de jugar con fuego ahora se ve en la tesitura de tener que elegir entre tragar o tragar. No hay otra. O tragan con las exigencias de una CUP con muy poco de «relaxing», nada de café y mucha mala leche, o tragan con la otra única posibilidad que les queda para poder formar gobierno que es la de renunciar por escrito y ante notario a cualquier veleidad independentista para conseguir que algún otro partido, en un rapto de generosidad, acceda a abstenerse en la sesión de investidura. Si optan por lo primero, por ofrecer el cogote de sus 62 cabezas electas a quienes sólo pretenden utilizar el sistema para dinamitarlo, la probabilidad de acabar decapitados será de las que cotizan a medio céntimo en las casas de apuestas. Si por el contrario barajaran la otra, la de hacerse un Tsipras renunciando a todo lo prometido para pactar con Ciudadanos o con la suma de PP y Podemos – cosa que ya entra en el capítulo de la ciencia ficción– las carcajadas se iban a escuchar hasta en la Isla de Pascua. Evidentemente, hay una tercera que es la que casi seguro se va a producir: que el partido que esgrime la desobediencia por bandera baje el pistón de sus exigencias con algún hábil truco semántico que les permita pisar moqueta sin que parezca que ceden. Será entonces cuando el problema, lejos de resolverse, aparezca en todo su esplendor para desgracia de todos, incluidos quienes les votaron y que son, hablemos claro de una vez, los auténticos responsables de este circo de siete pistas.