Alfonso Ussía

Cupulares

La Razón
La RazónLa Razón

En ocasiones, nos quejamos por vicio. Que si los políticos no hablan el lenguaje de la ciudadanía, que si los ciudadanos se sienten desplazados por el uso alambicado de los discursos políticos, y patatín, patatán. Es verdadero y falso, simultáneamente. También hay políticos que hablan con claridad y sus mensajes llegan a nuestras mentes nítidos y luminosos. En un periódico de los llamados «de provincias», allá por el decenio de los sesenta del pasado siglo, se publicó la entrevista de un audaz periodista con el gran político alemán Konrad Adenauer, el padre del proyecto de la unión europea. «No viviré cuando mi sueño se haga realidad», musitó don Konrad en un momento dado. El audaz periodista, tomando el comentario de Adenauer por el rabo de la improvisación, le preguntó: «¿Quiere usted decir que el proyecto necesita mucho tiempo para realizarse?». Y respondió el dirigente de la Alemania libre: «Con toda seguridad, y además Arieta tiró por las nubes un remate y no todos los Estados están convencidos de ello, lo que hace imposible que Arieta, a pesar de sus grandes condiciones se mantenga en el once titular». Los diablos saltarines de los talleres que nos hacían sonreír con las erratas. Como la del atún de Inglaterra en los prolegómenos de la guerra de las Malvinas o islas Falklands. Los lectores del diario «Ya» de Madrid no pudieron interpretar el oscuro mensaje que afectaba de manera directa a un atún de Inglaterra. «La Junta Militar Argentina desoye al último atún de Inglaterra». Una grosería por parte de la Junta Militar Argentina, que presidía en aquellos tiempos el general Galtieri. Y claro, el atún se enfadó y se armó la de Troya. La noticia de la Agencia Europa Press no hacía referencia al despreciado atún, porque su contenido era diferente. Decía textualmente: «La Junta Militar Argentina desoye el ‘‘ultimátum’’ de Inglaterra». Entre «ultimátum» y último atún existe una considerable diferencia de intención y significado, y el resultado para Argentina fue desastroso.

No sólo los políticos y los periodistas dominan el lenguaje de la oscuridad. También los críticos musicales. El de ABC, el prestigioso Antonio Fernández-Cid, hablaba con el pianista Rubinstein, un gran enamorado de España. Lo narra de esta guisa el ilustre crítico: «Fue cuando le puse una mano sobre su hombro, gesto que responde a nuestra vieja amistad, y le pregunté: ¿Maestro, para cuándo un concierto en Madrid?». Y el gran Rubinstein, con su mirada limpia y su sonrisa en los labios me respondió: «shubuflu, shubuflu». Ante semejante respuesta, los lectores de ABC no se atrevieron a adquirir por adelantado las localidades para asistir al magno concierto.

En «Podemos» hay excelentes hacedores de mensajes concluyentes . Y poetas, como Monedero cuando escribió su bella elegía al difunto cabrón bolivariano llorando lágrimas sobre el Orinoco. Errejón destaca en la belleza y claridad de sus eslóganes, pero creo que ha sido superado por el compañero Rafael Mayoral, que ocupa en su partido la Secretaría General de Relaciones con la Sociedad Civil. Una Sociedad Civil que al fin, ha entendido los objetivos de «Podemos» en lo que respecta a la unión territorial de España. Mucho tiempo llevábamos esperando los españoles una declaración directa y sin nubes sobre tan fundamental asunto. Y ha dicho Mayoral: «Podemos» busca la confluencia en los territorios frente a estrategias cupulares». Ya podemos respirar tranquilos.

Hace pocos días, durante el aperitivo en la terraza de «La Rabia», maravilloso poniente de Comillas, un grupo de amigos intercambiábamos opiniones al respecto, y la conclusión se acercó a la de Mayoral. «No vamos a ninguna parte mientras las estrategias cupulares impidan la confluencia de los territorios». En el estanco, mientras adquiría un cartón de tabaco rubio, me comentó mi amigo el estanquero: «A ver si alguien se atreve al fin a tomarse en serio lo de las estrategias cupulares». Y me atrevo. Y lo hago escribiendo con riesgo y contundencia. ¡Basta ya de consentir las estrategias cupulares! ¡Busquemos sus confluencias!

Los divertidos ejemplos previos responden a la riqueza histórica de las erratas de prensa. Lo de Mayoral, a la realidad. Es decir, que lo ha dicho en serio. Este Mayoral, por lo tanto, encabeza la gran carrera de la cursilería política, adelantando a su compañero Errejón. Más cursi que un cisne de porcelana cabalgado por una niña, de porcelana también, claro está.

El que firma este texto pretenderá a partir de ahora, exclusivamente, buscar la confluencia de los majaderos frente a las estrategias cupulares de los cursis de «Podemos».