José María Marco

De Shanghai al Pireo

Los compañeros politólogos griegos, los de Syriza, han tenido que dar marcha atrás en otra de sus promesas electorales y, en vista de que no tienen para llegar a fin de mes, se han decidido a hacer lo que juraron de todas las maneras posibles que no harían: vender la participación gubernamental en el Pireo, es decir, privatizar el puerto de Atenas. Es probable que la vendan, como sin duda sabrá el avisado lector, a un grupo chino. China consolidará así su estrategia de penetración comercial en el Mediterráneo. Los compañeros griegos habrán realizado una contribución inestimable a la globalización, la intensificación de los flujos comerciales, la competencia y el libre comercio. Son las consecuencias no deseadas de la politología, llamémosla así, tal como se practica en tiempos tan acelerados como los nuestros. Otra es que los griegos, de linaje y tradición marinera, ceden el testigo (y en el Mediterráneo...) a los chinos, no siempre aficionados a las aventuras marítimas. Todo cambia, diría un filósofo taoísta. Y otra, aún más entretenida de meditar, es ver cómo cada uno recuerda y actualiza sus propias tradiciones. La sociedad china volvió hace ya tiempo al confucianismo y está empeñada en intensificar el lazo social, la continuidad, la responsabilidad. Los griegos, por su parte, han descubierto la democracia, pero no la de Pericles, sino la auténtica, la que desprecia los formalismos y los escrúpulos, y quiere llevarnos a la unidad gozosa con la palabra y el cuerpo del gran líder. En nuestro país, hemos tenido un excelente ejemplo con la práctica, demostrada por LA RAZÓN, según la cual en las primarias de Podemos vota cualquiera con cualquier nombre. Otro tanto ocurrió hace poco con los nacionalistas, variante específica del populismo. Se ve que los pueblos del Mediterráneo, de tan viejos que son, andan descubriendo lo que tienen delante.