El desafío independentista

Declaración interruptus

La Razón
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Declarar la independencia y proponer dejarla en suspenso «durante unas semanas» es uno de los disparates –el último de momento– al que los políticos independentistas nos han acostumbrado en los últimos meses. La puesta en escena se completó con el retraso ¡de una hora! del inicio de la sesión. Cuando vimos cómo negociaban el discurso de Puigdemont en el patio del Parlament ya nos pareció que aquello era raro. Raro, raro. Y cuando Anna Gabriel anunció el comienzo de una nueva etapa política, todo pareció más raro aún.

Más claro porque era imposible que se votara nada en el Parlament. Aunque Puigdemont dijo que iba a proponer al Parlament dejar en suspenso la declaración, allí nadie votó ni siquiera hizo ademán. No era día para votar. Hubiera sido mucha mayor sorpresa que, puestos a votar, se hubiera dividido el voto de Junt Pel Sí. Algunos diputados –con la boca pequeña– habían amenazado con no votar a favor de la independencia. Puigdemont cambió su Govern e incluso al Mayor de los Mossos, pero no podía cambiar a todo su grupo parlamentario. Y algunas grandes empresas también habían presionado.

¿Y para que sirvió todo este lío del Parlament? Pues para lanzar de nuevo la especie del diálogo y de la negociación. No era un momento gratuito para volver a ello. Mañana en el Congreso de los Diputados volverá a salir este mantra, el favorito de Pedro Sánchez. Rajoy tiene que hablar por la mañana con los constitucionalistas y luego zanjar la cuestión por la tarde.

Pero el Gobierno no está en este juego. Ya ha dicho que no va a aceptar nunca la validez del referéndum, ni tampoco el recuento del mismo –si es que alguna vez se hizo– ni tampoco reconocerá otro mantra repetido cien veces: que fue votado mayoritariamente por los catalanes. Rajoy no ha comprado hasta ahora la mercancía de Puigdemont y, por supuesto, tampoco va a aceptar ahora la declaración de independencia ni que esta pueda dejarse en suspenso, como si fuera el VAR de los árbitros en los partidos de fútbol.

Para compensar mucha foto. Mucha firma de una declaración a favor de la independencia. Quizá para que los ocho premios Nobel que aceptan la independencia catalana no se vengan abajo y se desanimen. Todo sea por los Nobel. Y para que la CUP no monte el lío en la calle.