Juan Ramón Rallo

Desigualdad regional

La Razón
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Madrid continúa siendo la autonomía más rica de España (renta per cápita de 32.723 euros) y Extremadura, la más pobre (16.369 euros). Entre ambas hay un abismo: los ingresos medios de Madrid duplican a los de Extremadura, y tales diferencias no han hecho más que agrandarse durante la crisis. Acaso se diga que el problema de Extremadura es que sus administraciones públicas son demasiado pequeñas como para impulsar el desarrollo de la región. Pero no. Cada extremeño recibe al año, como media, 2.478 euros del resto de España; en cambio, cada madrileño ve cómo se le detraen 2.717 euros para remitirlos al resto de España. Esa gigantesca transferencia neta de recursos (mal denominada «solidaridad interterritorial») es lo que permite que Extremadura cuente con una administración pública hipertrofiada. Mientras que el gasto público del gobierno extremeño pesa el 25% del PIB regional, el de Madrid ni siquiera alcanza el 10%; asimismo, mientras que el 26% de todos los trabajadores extremeños son empleados públicos, en Madrid (contabilizando empleados públicos autonómicos y también nacionales) no supone ni el 16%. En definitiva, Extremadura –o Andalucía, o Castilla-La Mancha, o Canarias– no es pobre porque esté infrafinanciada y no haya podido desplegar políticas públicas de estímulo y desarrollo económico. Extremadura es pobre porque se niega a crear un entorno institucional favorable y amigable para con la empresa (impuestos bajos y regulaciones laxas). Y se niega a crearlo por dos motivos fundamentales: el primero es que no tiene competencias sobre muchos determinantes de ese entorno (por ejemplo, el Impuesto, que es sobre Sociedades, competencia exclusiva de la Administración Central); el segundo es que no tiene incentivos a hacerlo. Dado que la burocracia extremeña recibe cuantiosísimas transferencias del resto de españoles por su estatus de región relativamente más pobre, los burócratas carecen de acicates para sacar a sus ciudadanos de esa situación de pobreza. Mientras siga en pie el desastroso sistema de financiación autonómico la enorme brecha de renta per cápita no se reducirá.