Pedro Narváez

Doña Meñiques

La Razón
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La alcaldesa de Jerez entró con mal pie en el Ayuntamiento. Los dedos se le hicieron huéspedes y en vez de anclarse en su ciudad se le fueron dirección a El Puerto. Más que meñiques parecían langostinos con garbanzos. Aquel chiste se convirtió en farsa dramática cuando se confirmó que las neuronas cerebrales seguían el mismo sentido que aquellos apéndices. Transformó la inteligencia que se le supone en desvarío cuando aseguró que Pemán era sinónimo de fascista que es como aceptar pulpo como animal de compañía. Su incultura huele tan mal que más que unas clases de Literatura necesita un podólogo mental y un desodorante ideológico. No ha habido tras ese navajazo a la Historia ningún socialista que le enmendara los meñiques con lo que se supone que el partido entero piensa con los pies y camina con la cabeza más que hacia el abismo del rencor al de la estupidez. El PSOE releva a Carmona como regalo por tragar la hiel de Carmena y vomitar en privado mientras mantiene a Doña Meñiques, la perdedora de Jerez, cuyo mayor mérito es no saber llevar unas sandalias de tacón y recitar a Alberti de mentira como escribió Ussía. La renovación de Pedro Sánchez consiste en reeditar la guillotina para cortar cabezas sin darse cuenta de que el problema está en los pies de su fracaso. Si leyera a Pemán ya lo habría descubierto.