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Donnarumma

La Razón
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El verano ha dejado de ser la canción de Georgie Dann, por mucha barbacoa y más cerveza que despache en el chiringuito, desde que los reyes del mambo, los futbolistas, abren de par en par las puertas de su futuro, aunque lo tengan atado y bien atado, que alguien, posiblemente el agente de turno, lo desatará. La lluvia de millones de la Premier, que reparte más premios que el euromillones, el saneamiento de los clubes de LaLiga, los golpes de efecto del PSG en Francia, la pisada firme del Bayern en la Bundesliga o la incursión china en el Calcio fomentan el mercadeo y alertan a los artistas de operaciones la mar de beneficiosas. En este capítulo, Cristiano sabe cuál es la respuesta del Madrid, que es mucho Madrid: pon el dinero y corre. Mas no hay prisa. Los calentones en Rusia no alcanzan la temperatura que en la península Ibérica y hasta el 31 de julio, fecha de la cita con el juez, dispone de tiempo para encontrar un novio rico o pedir disculpas a la afición blanca, que no soporta el desdén. Lo dicen en la «T4»: «Si no está a gusto...».

La crisis de valores –¿bursátiles?–, a Ronaldo le ha atacado con 32 años, edad que en el futbolista no es promesa de amor eterno sino idilio pasajero. A Gianluigi Donnarumma, 18 años, 1,96 de estatura, portero titular del Milan, y de la sub’21 italiana que espera a España en Cracovia, le han dicho que es tan bueno que se plantea muy en serio cambiar Il Duomo por la Almudena. El Madrid, que persigue la eterna juventud con fichajes como Vinicius o el pretendido Mbappé, le espera mientras De Gea se come las uñas. Queda verano para mil canciones, y para ilusionarse con la selección de Celades.