Irene Villa

Duendes en Nueva York

La Razón
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De nuevo conmocionados por más asesinatos, más sinrazón, más fanatismo. De nuevo más viudas, viudos, huérfanos, familiares y amigos destrozados por la pérdida irracional e irreparable. También se asocia el terrorismo a la tragedia antinatural de perder un hijo y para lo que no hay palabra que refleje el dolor más terrible que existe (porque supone el final, al menos terrenal, del amor más increíble que una persona puede experimentar en su vida). La Federación Española de Padres de Niños con Cáncer (el cáncer infantil sigue siendo la primera causa de muerte por enfermedad hasta los 14 años) propone huérfilo. Y las malditas ideologías fanáticas y excluyentes es lo que mejor saben hacer: dejarnos huérfilos de la forma más absurda y gratuita.

A pocos días de la Maratón de Nueva York nada amilana a nuestros duendes: Mago More, conferenciante con artritis psoriásica; Ramón Arroyo, el ironman con esclerosis múltiple en cuya historia se basa la película «100 metros, rendirse no es una opción»; y Adrián Ortiz, un joven de 17 años con diabetes tipo A, que correrán junto a un grupo de mujeres pacientes de cáncer de la Fundación La Vida en Rosa, quienes unidos por Proyectos con Duende, ayudan a concienciar sobre los beneficios de la actividad física para las personas con enfermedades crónicas. Con el genial entrenador Martín Giacchetta y un padrino de excepción: Paco Roncero, que también correrá, tenemos (servidora, la madrina) una doble meta: superación personal y ayudar a los demás. El mensaje es universal: o te mueves o caducas. Como afirma Ramón Arroyo: «Queremos animar a los pacientes a hacer algún tipo de ejercicio, no hace falta correr maratones... sino que se trata de mejorar nuestra salud física y mental». Nuestros duendes participarán en la maratón de una ciudad de nuevo golpeada por el terror, para contagiar energía positiva y esperanza a millones de enfermos crónicos y para conseguir que los valores del deporte nos invadan para evitar que alguien malgaste su vida destrozando las de los demás, porque jamás estará justificado.