Julián Redondo

El 23-F de Bartomeu

La Razón
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Entre el socio Jordi Cases y el fiscal José Perals, a Josep Maria Bartomeu, presidente del Barça desde el 23 de febrero de 2013, le ha pillado el toro. El soçi culé denunció el chanchullo del fichaje de Neymar y el fiscal catalán no ha soltado el hueso hasta situar a todos los implicados en el tocomocho a la sombra del banquillo. Ni Aznar ni Florentino ni el centralismo, a Sandro Rosell se lo llevó por delante la mala praxis y a su sucesor en la silla eléctrica azulgrana, su firma en diversos documentos que le implican en un negocio que en cuanto al contratado no ofrece dudas y sí un millar de lagunas en cuanto al contrato. Bartomeu heredó una plantilla en reconstrucción, un equipo en busca de la identidad perdida y una serie de pleitos que no desearía ni a su peor enemigo. Estabilizado el fútbol, que es lo que interesa a la

masa social, lo que no cuadra es la contabilidad, viciada hasta el punto de que un hombre tan

moderado y cabal como Josep Maria ha terminado por sacar los pies del tiesto al verse

acorralado.

Soportó que el nacionalismo catalán le diera la espalda, aguantó insultos por felicitar al Rey Felipe en su coronación, trató de devolver al Barcelona a la senda deportiva y alejarlo de la estelada, sin renunciar a la senyera, y cuando el fiscal Perals le apretó, enseñó la patita. Que si el Gobierno (central) está detrás de todo el embrollo que se ha montado, que si molesta allende Cataluña un fichaje como el de Neymar, que si el juez Ruz le tiene ojeriza y, además, es madridista... Excusas. La realidad, casi cien millones por la joya, el doble de lo declarado.