El desafío independentista

El apunte de Francisco Marhuenda: un nuevo «éxito» del independentismo

La Razón
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No pueden querer a Cataluña los que toman decisiones que le provocan graves e irreparables perjuicios en todos los terrenos. El fracasado golpe independentista ha tenido unas consecuencias desastrosas y los responsables son, entre otros, los dirigentes del PDdeCat, ERC, las CUP, la ANC y Omnium así como los empresarios y periodistas que jaleaban a Puigdemont, Mas, Junqueras, los Jordi’s y tantos otros que encabezaban el “proces”; los equidistantes que han actuado con una gran frivolidad y los ambiguos como Colau que tenían una tendencia irrefrenable hasta el soberanismo. La última consecuencia de tanta irresponsabilidad es que la Agencia Europea del Medicamento se ha adjudicado a Ámsterdam cuando lo natural es que hubiera correspondido a Barcelona. Era evidente que no teníamos ninguna posibilidad a pesar de los esfuerzos de Felipe VI, Rajoy, Monserrat, Duran Lleida y tantos otros que se han volcado a favor de la candidatura barcelonesa.

La inestabilidad provocada por los independentistas en los últimos meses así como la inquietud ante el resultado del 21-D explican esta situación. Los actos irresponsables no salen gratis y han actuado con tanta irresponsabilidad como frivolidad. La mentira de la represión policial el 1-0 tenía unas patitas muy cortas, porque ni tuvo de lejos la gravedad que se dijo, dentro de la estrategia de manipulación de los soberanistas, ni sorprendió a los países europeos que actúan con enorme contundencia cuando se producen comportamientos contrarios contra la legalidad. No afecta que el gobierno haya tenido que aplicar el artículo 155 con el apoyo del PSOE y CS, sumando en total más de 16 millones de votantes, sino el intento de ruptura constitucional y estatutaria que protagonizaron Puigdemont y su gobierno. Tras el Brexit era evidente que los países miembros de la Unión Europea no trasladarían la sede de la Agencia del Medicamento a una región sometida a los vaivenes de un independentismo enloquecido. No hay nada peor que la inestabilidad en unas circunstancias como estas.

Es una gran pérdida para Cataluña, pero también para España. La estrategia independentista siempre ha sido cuanto peor mejor, como han hecho en ocasiones históricas anteriores, pero no calcularon que un referéndum como el 1-O y una declaración unilateral de independencia eran demoledores para conseguir que la aspiración de Barcelona tuviera éxito. Se les advirtió día tras día sobre la consecuencias de emprender un camino rupturista, pero no hicieron caso. No les importaba sufrir un retroceso en el PIB catalán con tal de conseguir la independencia, a pesar de que nunca lo iban a conseguir. Es sorprendente que creyeran que era posible y que Rajoy, que ha contado con el apoyo de Pedro Sánchez y Albert Rivera, se sometería al chantaje y negociaría la soberanía nacional como si estuviéramos en un mercado. La amenaza era que la economía española se vería perjudicada y que la campaña de manipulación internacional, a la que han destinado muchos millones de euros, surtiría efecto. Nada de ello ha sucedido.

Lo que sí ha sucedido es que muchos catalanes se verán perjudicados por esta muestra de rauxa, porque las inversiones retroceden y las empresas trasladan sus sedes preocupadas por la posible inestabilidad que se puede producir a partir del 21 de diciembre. Entiendo los sentimientos, pero no el fanatismo de una parte de la sociedad catalana. La Agencia del Medicamento era una enorme oportunidad, que hubiera comportado que Barcelona, donde se concentra la mayor parte de la industria farmacéutica española, se convirtiera en la referencia europea de un sector clave que genera un importante valor añadido y un desarrollo investigador extraordinario. Solo cabe darle las “gracias” a Puigdemont y los suyos por el daño que nos han hecho a todos.