Crisis del PSOE

El desafío catalán

La Razón
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El PSC ha decidido votar diferente al PSOE en la sesión de investidura en las Cortes y esto sólo puede responder a tres cuestiones.

En primer lugar, a que el PSC haya tomado partido en la batalla interna del PSOE. Esto es romper la tradición de los socialistas catalanes. La actitud política de los socialistas catalanes siempre ha sido de participación democrática en el PSOE en sus deliberaciones y de respeto a las decisiones de la mayoría. Nunca han formado parte de conspiraciones internas ni de luchas de poder.

El PSC ha sido una pata más del proyecto socialista para toda España, es un partido independiente al que se le ha abierto la puerta a decidir conjuntamente con el PSOE. El PSOE se ha esforzado por anteponer lo común y ser generoso en las posiciones políticas y, a cambio, el PSC siempre ha aceptado voluntariamente las resoluciones del PSOE.

Algunos diputados, muy próximos al ex secretario general, han manifestado su intención de no respetar la decisión de voto que ha tomado el PSOE. Es una posición táctica, un instrumento para intentar coger algo de fuerza de cara al próximo congreso; no hay una reflexión ideológica profunda del sentido de su voto, hay más bien un cálculo de probabilidades de sumar adeptos en la elección de la futura dirección.

Por ello, no cabe duda de que si los socialistas de Cataluña han desafiado una decisión que ha tomado el PSOE reunido en su máximo órgano, en la que ellos han participado defendiendo sus posiciones, ello no está relacionado con la posición táctica que han decidido mantener algunos, porque no sería propia del PSC. Queda claro que no rompería con el PSOE por la participación en una lucha interna, entonces podría pensarse que la razón estriba en el convencimiento ideológico de que el señor Rajoy no debe ser presidente del Gobierno.

El sr. Miquel Iceta ha argumentado que «ser la muleta de un gobierno conservador sería ponerse a silbar frente a lo que se sabe del caso Gürtel». El argumento esgrimido acerca de no apoyar un gobierno por ser conservador no es muy eficaz en el caso de los socialistas catalanes, que apoyaron el acuerdo con Ciudadanos, a quienes, previamente, habían calificado como un «partido de derechas y centralista».

Hay una segunda parte en las declaraciones del sr. Iceta: la corrupción en el PP. Sin embargo, en este sentido el PSC obvia que en 2010 el sr. Artur Mas fue investido gracias al acuerdo entre CiU y PSC. Sobra decir que son conocidos los problemas judiciales de la extinta CiU, además de no ser, precisamente, un partido izquierdista.

Por tanto, sólo queda una tercera razón por la que los socialistas catalanes estén dispuestos a arrastrar hasta la zona de riesgo su acuerdo con el PSOE: una posición política diferente sobre la relación de Cataluña y el Estado español y, en concreto, el derecho a decidir.

En democracia el respeto a todas las opciones no sólo es legítimo sino que es obligado, pero lo leal y lo valiente es plantear las diferencias con claridad, si, efectivamente, en un asunto tan importante como es la articulación territorial y la configuración del Estado, hay desacuerdo. Entonces la alianza de 1978 entre el PSC y el PSOE está herida de muerte y no por responsabilidad del PSOE, que no ha cambiado su interpretación abierta y no centralista de lo que debe ser España, esa España grande de las cuatro lenguas. Será responsabilidad de los que se adentran en aventuras dañinas para todos.

En las elecciones del 20-D en Madrid acogimos con afecto como número dos de la candidatura a una militante del PSC. La sra. Meritxell Batet representó a los madrileños durante algunos meses y posteriormente, en junio, abandonó su sitio en Madrid para encabezar Barcelona. Nos cuesta entender que anteponga su disciplina para con el PSC a su compromiso con el PSOE.