FIFA

El dorado de Infantino

La Razón
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Maradona, que repudiaba la FIFA de Joseph Blatter, abraza la de Gianni Infantino y éste, sin que una cosa tenga que ver con la otra, gana por goleada en su empeño de organizar un Mundial con 48 selecciones. A sus directivos les ha convencido con números y les ha deslumbrado con unas cifras de ingresos extraordinarios de entre 600 y 1.000 millones de euros con el nuevo torneo.

El Dorado de Infantino existe, no es una utopía ni la leyenda que se llevó por delante a Pedro de Ursúa y finalmente al psicópata de Lope de Aguirre. En las expediciones del fútbol no hay otro objetivo que el parné, sustentado por los pilares de un deporte, que, con sus imperfecciones, genera debates universales –el de la aplicación de la tecnología está en plena ebullición–, y en la fidelidad de millones y millones de aficionados en los cinco continentes, más Australia.

Ursúa hizo oídos sordos al motín que le estaban preparando y pereció, asesinado por sus soldados. Lope de Aguirre –magistralmente interpretado por Omero Antonutti en la película de Carlos Saura– corrió idéntica suerte años más tarde, sin haber descubierto El Dorado y después de rebelarse contra Felipe II. En el caso de la FIFA y el Mundial de 48 selecciones aprobado para el año 2026, las cartas están marcadas, el pesebre es abundante y las voces discordantes serán calladas por los propios feligreses. Quienes no han conseguido apear del burro a los que han llevado a Qatar un Mundial que hay que jugar en invierno porque en verano sería humanamente imposible, tampoco saldrán victoriosos de esta batalla estéril que tiende a implicar a varios países en el acontecimiento (a España y Portugal, la candidatura Ibérica, la FIFA les debe uno).

El Mundial es una mina, no una leyenda dorada, y Gianni Infantino apuesta sobre seguro. No habrá ni más días de competición ni más partidos por selección que en el campeonato tradicional; pero sí mucho más dinero, la clave.