Partidos Políticos

El enredo permanente del PSC

La Razón
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La política debería servir para resolver problemas y no para crearlos. La errática actitud del PSC no deja de provocarlos y le conduce a cosechar un desastre electoral tras otro. Durante décadas, el socialismo catalán era la formación más importante en las elecciones generales y autonómicas, pero una sucesión de errores ha conducido a la situación actual.

Los alcaldes de Barcelona eran socialistas, pero ahora es Ada Colau que es una activista de izquierdas que forma parte del complejo cosmos de Podemos. Más allá de las siglas, la realidad es que Podemos gobierna la capital catalana y se ha consolidado como el primer partido, por segunda vez consecutiva, en las generales. En Comú Podem obtuvo un 24,5 por ciento de los votos en Cataluña mientras que el PSC ha bajado desde el 45,4 de 2008 a un 16,1 el pasado 26-J.

La frialdad de los datos resulta muy elocuente. Hay un cierto complejo de los socialistas con respecto al nacionalismo, algo sorprendente teniendo en cuenta el peso político que llegaron a tener, que les hace pedir perdón por no serlo. Pujol tuvo la habilidad de convencer a una gran parte de la clase política de que la centralidad era ser nacionalista y aceptar la espiral de peticiones y el victimismo como si fueran la verdad revelada. En alguna ocasión lo he definido como el complejo del emigrante, porque una buena parte de sus dirigentes, con la excepción del grupo elitista del PSC que era más catalanista que socialista, y sus militantes provenían o eran hijos de la inmigración. Necesitaban ser aceptados.

La última ocurrencia es impulsar una reforma constitucional federal para que se incluya “el pleno reconocimiento del carácter nacional de Cataluña, de sus derechos históricos y de la singularidad de su autogobierno”. En este caso habría que incluir los derechos históricos del reino de Aragón, de Castilla, del señorío de Vizcaya, del reino de Navarra, etc... Y el estrambote llega al extremo de defender que si no se produce un apoyo de los catalanes a esta propuesta pedirían una ley de claridad como la canadiense para saber si prefieren una secesión. Esta obsesión por abrir la caja de Pandora de la ruptura de España es una auténtica barbaridad, como se ha visto con Cameron en el Reino Unido, y un ejercicio de irresponsabilidad política sin parangón. Nunca me ha sorprendido que los nacionalistas quieran la independencia, porque es la evolución lógica, que no comparto, de su falseamiento de la historia y su confrontación contra España de la que los catalanes hemos formado parte desde hace más de dos milenios. La idea de Hispania es previa incluso a la dominación romana y es un hilo conductor de nuestra historia colectiva. A Cataluña y los catalanes nos ha ido muy bien dentro de España a pesar de las mentiras y las manipulaciones de los pseudohistoriadores nacionalistas. Fernando II de Aragón y V de Castilla fue uno de los grandes reyes de la historia española y su matrimonio con Isabel I de Castilla, que unió a las dos ramas de la Casa de Trastámara, es uno de los momentos más importantes y gloriosos de nuestra historia. Fue el nacimiento de la España moderna y nos situó entre las naciones más importantes del mundo. Con su nieto, Carlos V, surgió el primer imperio global del mundo. Los dirigentes del PSC deberían tener un mejor conocimiento de la Historia y del derecho constitucional para así abandonar unos planteamientos erráticos e inconsistentes.