José María Marco

El interés nacional

La Razón
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Por interés nacional, los gobiernos franceses mantuvieron durante mucho tiempo una posición distante en la lucha contra el terrorismo nacionalista que llevaban a cabo los gobiernos españoles. Luego cambiaron, también por interés nacional. Fue por interés nacional por lo que el gobierno francés se abstuvo de apoyar al norteamericano en la «guerra contra el terrorismo» –pero no era la guerra francesa de hoy en día–, y es por interés nacional por lo que ahora ha lanzado su propia guerra, también contra el terror. (Además del interés nacional, en este caso está el interés de François Hollande, que tiene que disimular los fallos en seguridad y se enfrenta a unas elecciones presidenciales.) En nuestro país, fue el interés nacional el que llevó a José María Aznar a apoyar la estrategia norteamericana de intervención en Irak. Los Estados Unidos no tenían entonces más interlocutor que Reino Unido. España se adelantó y consiguió un protagonismo acorde con su importancia cultural y económica en la escena internacional... Hoy el interés nacional aconseja otra cosa. Ni Francia es Estados Unidos, ni está aislada. El interés nacional español, por su parte, sigue dos ejes. El uno es la defensa de la sociedad española frente al terrorismo yihadista. El otro, la continuidad de las políticas que estabilicen la salida de la crisis.

En cuanto a lo primero, estamos en una guerra específica, que requiere, como se explicó en un editorial de LA RAZÓN, medios específicos de colaboración internacional, información (y formación), inteligencia y apoyo logístico más aún que despliegue de tropas. Todo eso lo está suministrando el Gobierno español, al que nadie ha reprochado su abstención ni su falta de cooperación. Al contrario. En cuanto a lo segundo, la cuestión fundamental aquí y ahora es la elaboración de una política de consensos en las cuestiones internacionales, de tal forma que no ponga en riesgo una estabilidad política frágil después de seis años de crisis económica. Lo más fácil es hacer de esta ocasión delicada un motivo para crear falsas expectativas. Es más difícil, pero más importante para el interés nacional, preservar las condiciones que han hecho de nosotros un modelo en cuanto a reformas económicas, en un área tan rígida como es la Unión Europea. Lo que se espera de los españoles es que nuestra economía siga creciendo y que sigamos siendo socios fiables y atentos a nuestro propio interés, no demagogos disfrazados de idealistas.