Partidos Políticos

El laboratorio

La Razón
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Puede que, a esta hora del viernes, José García Molina, sea ya consciente de que se ha convertido en una «cobaya» política. Su entrada en el gobierno de Emiliano García-Page va a tener recorrido más allá de la administración autonómica, para convertirse en un laboratorio donde ensayar las afinidades posibles y futuras entre PSOE y Podemos. De hecho, salvo la fracasada alianza entre los socialistas de Joaquín Almunia y los comunistas de Francisco Frutos, nunca antes «las izquierdas» se habían aproximado tanto en la reciente historia española. Prueba de los recelos que en ambas partes suscita el ensayo de Toledo es que mientras Page enfatizaba que su acuerdo no tiene que ser extrapolable a otros escenarios, Pablo Iglesias se afanaba en felicitar a García Molina y a Pablo Echenique, por esa prueba exportable al Congreso.

Con sus propias bases enormemente divididas sobre esta aventura sin precedentes para la formación morada, García Molina tiene en sus manos el futuro de Podemos como alternativa o como socio del nuevo PSOE. Ya se verá. El reiterado compromiso de los de Iglesias por la regeneración, la transparencia y el decidido combate a la «casta» va a tener su prueba de fuego en uno de los escenarios más obstinados. Sin duda. Salvo el breve paréntesis protagonizado por María Dolores de Cospedal entre 2011 y 2015, los socialistas han gobernado Castilla-La Mancha durante casi cuatro décadas. En pocas regiones como ésta el clientelismo político, la confusión entre partido y gobierno y la falta de ambición reformista han marcado la dilatada estancia socialista en el poder. Ahora llega la oportunidad de ver si el compromiso con la «nueva política» está de verdad en el ADN de Podemos o sólo se trataba de un mero postureo.

Por el momento, las cosas no empiezan bien. Los nuevos consejeros de Podemos llegan a la Junta con una nutrida corte de asesores demasiado cercanos a sus propias filas. Vamos: compañeros de partido y amigos. Nada habría que objetar, por supuesto, si su elección estuviese fundada en los principios de mérito y capacidad. Pero los antecedentes conocidos no ayudan a ser optimistas. Naturalmente, habrá que estar atentos a los siguientes pasos de este laboratorio. Y no sólo porque Page y Molina se jueguen sus expectativas futuras, sino porque Sánchez e Iglesias han puesto toda la materia en un tubo que ya veremos si no se demuestra demasiado delgado para tan enorme experimento.