Política

Iñaki Zaragüeta

El «marrón» andaluz de C’s

La Razón
La RazónLa Razón

El resultado de las elecciones andaluzas se ha constituido finalmente en un reto y motivo de preocupación para cada uno de los partidos, especialmente para aquel que tanta satisfacción demostró aquella noche del 24 de mayo. Me refiero a Ciudadanos. También a Podemos, pero menos. Sus dirigentes tenían motivo para ello, pero esas caras tan exultantes se están tornando serias conforme se acerca la fecha de elección de Susana Díaz para presidenta.

Cito a los dos emergentes porque afrontan el pulso de la coherencia con sus tesis, por la que se juegan la credibilidad, y de la tentación para agarrar o favorecer el poder. Ciudadanos ha de elegir entre reconocer de dónde le llega la mayoría de los votos –del centro derecha, del Partido Popular– o pretender andar el camino de ser bisagra –unas veces a unos, otras al contrario, posición harto complicada de justificar–.

¿Por qué? Porque optar por lo segundo significa traicionar el mandato de todos aquellos que le dan su confianza para controlar al PP, pero no para servir y apoyar la instalación de gobiernos de izquierda. Algo parecido le sucede a Podemos, aunque por la otra acera. Los dos ven en Andalucía un peldaño, pero su vista está puesta en las autonómicas de mayo y, sobre todo, en las generales de noviembre, citas a las que no quieren llegar mancillados.

Por su parte, Susana Díaz se encuentra a la espera, como los cazadores, a que las organizaciones de Albert Rivera y Pablo Iglesias se retraten. Su único drama es que necesita de ellos al menos su abstención. El PP, por su parte, lo tiene diáfano: o acuerdo global para toda España, que gobierne en todos los lugares la lista más votada, o cada uno por su lado. Así es la vida.