Restringido

El pan de los griegos

La Razón
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Los pueblos escriben su propio destino, cometiendo errores y aciertos. Nueva Democracia, el partido conservador griego, abandonó el Gobierno en el 2009, con Costas Karamanlis al frente, envuelto en un grave escándalo internacional por haber falseado las cuentas públicas dejando un agujero infinito y una profunda crisis en Grecia. Hizo tambalearse la economía de algunos países europeos como España y cuando estuvo en la oposición, puso las cosas imposibles para el Pasok, cuando éste pidió el rescate a Europa. No obstante, obtuvo una contundente victoria electoral en junio del 2012, que le dio el Gobierno hasta hace unos meses, momento en el que Syriza llega al poder. Por cierto, seguido de Nueva Democracia, con Antonis Samaras a la cabeza.

La convocatoria de referéndum es una operación de alto riesgo. El pueblo griego deberá optar por salvar a su Gobierno o salvar a su país. Si el referéndum se salda con un «no», Alexis Tsipras legitimará su posición ante Bruselas, pagando los griegos un altísimo precio. Con un improbable «sí», el camino será la dimisión del Ejecutivo y la convocatoria de elecciones. El señor Tsipras está demostrando falta de experiencia y miedo. Falta de experiencia que se ha puesto de manifiesto por la manera torpe en que está dirigiendo el proceso de negociación con la troika. La soledad de Syriza en la política europea y la difícil situación del pueblo griego completan el cóctel letal.

Cuando estaban cerca de un acuerdo, el miedo a decepcionar sobre las expectativas que ha generado y la pérdida de apoyos internos en el país le ha llevado a la sustitución de la democracia representativa por la democracia directa.

La democracia significa asumir responsabilidades, tomar decisiones en función del mandato que otorgan los ciudadanos y someterse al escrutinio de las elecciones cuando tocan. La convocatoria del referéndum es, en realidad, trasladar la incómoda responsabilidad de la decisión a los ciudadanos y pone de manifiesto la bisoñez del Gobierno griego. La troika, por su parte, ha condenado al pueblo heleno a la miseria, una caída del 25% del PIB nominal, a una tasa de desempleo del 60% y la mayor parte de la ayuda en rescate que les han transferido ha ido al bolsillo de la banca alemana y francesa. Poco ha quedado para mitigar las necesidades crecientes de los griegos. No se puede apretar la soga hasta el punto en que no entra el oxígeno. En definitiva, la decisión que tiene que tomar la sociedad griega es si opta por algo malo o algo peor. Si votan negativamente, el «corralito», la probable expulsión de la maltrecha construcción europea y más miseria para su pueblo. El voto afirmativo, mantenerse en un bote a la deriva que ha llevado el sufrimiento y el paro.

Pero la decisión de los griegos no tendrá consecuencias sólo sobre ellos. Las consecuencias de un colapso de semejantes características supondría un tsunami inmediato en el resto de Europa y, desde luego, en España. El trilema de Rodrick enuncia la imposibilidad de compatibilizar democracia, soberanía nacional y globalización. Alexis Tsipras ha decidido salvar su Gobierno con democracia directa, pero esto merma la soberanía de los españoles, porque nos convertiremos en víctimas de sus decisiones, como nos ocurrió con Nueva Democracia y sus mentiras.

Inteligencia política y sensibilidad social es lo que necesitan todas las partes. La nueva izquierda emergente europea, como Syriza o Podemos, no es un instrumento adecuado para la mejora de la vida de la gente, están demostrando no sólo inexperiencia sino incapacidad política para asumir la responsabilidad que uno pide cuando se presenta a unas elecciones. Prometer lo que no se puede cumplir sólo genera frustración y es propio del que no aspira a gobernar. El conflicto viene cuando obtienen la confianza para realizar lo que comprometieron.

Europa, por su parte, se ha convertido en un club dirigido por una élite que ha cambiado el pensamiento democristiano, con un marcado carácter humanista, por el ultraliberalismo, que pone en riesgo una construcción europea que tenía como señas de identidad, no escritas, el Estado Social y la solidaridad.

Grecia estaba en una mala situación por un Gobierno que mintió, que quebró sus expectativas. Europa se encargó de estrangular a toda una sociedad que vio cómo se iba por el desagüe todo un proyecto de vida y llegó Syriza para desenchufar la respiración artificial. A veces, cuando más se necesitan liderazgos sólidos y con capacidad sólo aparecen liderazgos débiles, poco hábiles e insolventes. Pero esa sí es una decisión que le corresponde tomar a los pueblos.