Iñaki Zaragüeta

El president se empecina

La Razón
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El empecinamiento de los gobernantes de Cataluña por primar la lengua y el sentimiento independentista sobre cualquier otra cualidad para designar de cargos de servicio público, constituye un error que provoca ya problemas para la sociedad.

Lejos de mí echar gasolina al fuego, pero quizá esas lagunas que hemos comprobado, denunciadas en este periódico, en las labores preventivas del atentado en Barcelona, podrían deberse en parte a que, para el nombramiento de puestos, prevalece la identificación separatista y el catalán sobre otros valores más sustanciales como la experiencia y el conocimiento.

Recordemos el cese de algunos consellers por Carles Puigdemont y la dimisión del director de la Policía autonómica por dudar sobre la celebración del referéndum.

¿Alguien puede imaginar, hoy por hoy, una Liga española de fútbol o de baloncesto si, para fichar, el requisito esencial fuera el dominio del castellano? Lo mismo puede decirse de Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Qatar o China.

Lo fundamental para contratar a los deportistas que han logrado éxito llegando sin conocer el idioma, es que jueguen bien al fútbol o al baloncesto, que dominen el oficio.

Una amigo de Rogelio, gran triunfador empresarial y económicamente, afirma que «yo no he perdido el tiempo en aprender inglés. En casi todo el mundo se habla español. Si no, llevo traductor».

Nunca podrá lograrse la mayor eficacia en ningún terreno si se antepone lo accesorio a lo principal. Una lección que algunos se niegan a aceptar. Al contrario, la conducta catalana hace proselitismo como en la Comunidad Valenciana, donde Compromís especialmente elige para las responsabilidades institucionales más en función del dominio del valenciano que de la especialidad para trabajar con la mayor eficacia.

Así es la vida.