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El regreso de la Tigresa

La Razón
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Hacía tiempo que se esperaba un nuevo disco de la «Tigresa de Cremona», apodo con el que se conoce a la más grande cantante pop que haya tenido Italia. Ha valido la pena la espera, porque además viene con sorpresa, ya que en él aparece de nuevo junto a Adriano Celentano, dieciocho años después de aquel disco que batió récords de ventas.

Muchos de los veteranos amantes de la música clásica compartimos también la afición por la buena música pop, porque lo que amamos es la buena música. Muchos recordamos aquella chica que «urlaba» en los festivales de San Remo de los años sesenta y nos asombraba con su voz aguda. Pasaron los tiempos de «Le mille bolle blu» y llegó aquella «Ciudad solitaria», con la que bailamos agarrados «todos los chicos y chicas» mientras llorábamos a una «La mamma» que nunca se terminaba de morir o nos perdíamos por cualquier «Downtown».

Mina Anna Mazzini, que es su nombre completo, siguió creciendo artísticamente. «Un año de amor» les llegó a encandilar años después a Luz Casal y Pedro Almodóvar en «Tacones lejanos». Fijada su residencia en Lugano, intervino en una gala de Eurovisión en la que cantó «Non crederle», canción que quien escribe lleva en el corazón por haberla cantado con Rosa Torres-Pardo cuando la pianista empezaba su exitosa carrera. Publicó discos dedicados a Nápoles, Brasil, a los clásicos americanos, a los Beatles, homenajeó a Lucio Battisti y a Doménico Modugno, a España y hasta cantó maravillosamente «La tieta» de Serrat bajo el título «Bugiardo e incoscente» e incluso una saeta en «Trenodia». En 1978 se retiró de la escena, se recluyó en Suiza y se montó un estudio de grabación en Lugano, desde donde año tras año edita un disco, siempre deseadísimo por su público.

En 1998 se unió a Celentano, el otro grandísimo artista del pop italiano, en un auténtico superventas. A sus 76 años, con casi sesenta de carrera, no sólo sigue siendo una estrella sino que en este álbum junto a Celentano nos admira por la frescura de una voz que sigue conservando no sólo su inconfundible personalidad, sino aquellos agudos que nos asombraban. Cierto es que hoy en los estudios se logra lo que se quiere, pero otras grandes como Barbra Streisand o Shirley Bassey no pueden ocultar el paso de los años. Celentano, junto a ella, sigue siendo aquel muchacho de la Vía Gluck que lanzaba al aire 24.000 besos e inventaba el canto con voz cascada. Otro prodigio: «Le migliori» es un disco imprescindible para los amantes de la música italiana pop de siempre, con una gran variedad que va desde la clásica melodía al rap. La RAI anuncia un especial con imágenes de ambos desde sus inicios en el que, eso sí, muy posiblemente no aparecerán ellos. El retiro es el retiro y hasta ahora no ha habido dinero suficiente para sacarla de él.