Alfonso Ussía

El Señor Alcalde

La Razón
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El Alcalde de Madrid, Pablo Iglesias, ha nombrado al chistoso del Holocausto y de las piernas mutiladas de Irene Villa, portavoz de Cultura. El pobre Carmona lo ha admitido con sumisión cuclillera. Pedro Sánchez, autor de la fechoría de entregar el Ayuntamiento de Madrid a Pablo Iglesias y sus mandados, puede sentirse plenamente satisfecho. El forajido representa, nada más y nada menos, que a la Cultura de Madrid.

El señor Alcalde, Pablo Iglesias, ocupadísimo y preocupadísimo por la situación política por la que transcurren Grecia y Venezuela, ha adoptado una medida que puede ser respondida por su propia gente. No tiene tiempo para pensar en su ciudad, y designa a personas nada edificantes. El señor Alcalde de Madrid, Pablo Iglesias, sigue al minuto los acontecimientos de Atenas, que no son los más favorables para su partido. La verdad es que Madrid le importa un bledo, a pesar de ser el que manda, el que obliga, el que nombra, el que veta y el que mangonea en su Ayuntamiento. Su aplicada subordinada, Manuela Carmena, no ha encontrado aún al peluquero de sus sueños, y el señor Alcalde aprovecha esa confusión pilosa para nombrar portavoces.

El que se ríe de los millones de judíos asesinados por los nazis –Stalin contribuyó con gran eficacia al total de inocentes asesinados–, y el que se muestra divertido e ingenioso haciendo gracias a las niñas asesinadas de Alcaser y las piernas despedazadas de Irene Villa por una broma de la ETA, tiene nombre y apellidos. Pero no quiero vomitar sobre el papel de mi periódico con su nombre y su apellido. Me extraña, eso sí, que un político que se considera ofendido cuando le preguntan si condena el terrorismo de la ETA, obligue a su pobre subalterna en pos de peluquero que nombre Portavoz de Cultura a quien se ríe con tanto ingenio de las víctimas de la ETA. Pero lo más sorprendente es la actitud agachadiza del supuesto demócrata Carmona, siempre obediente, siempre afectuoso, siempre amable y siempre entregado a quien manda. Tampoco es para presumir. Ese puestecillo que tiene en el Ayuntamiento de Madrid no es nada del otro mundo. Conozco a Carmona y es persona culta y entregada a la tolerancia. No alcanzo a comprender su placer con la humillación. Carmona podría haber sido un excelente Portavoz de Cultura, pero el señor Alcalde no lo ha considerado así, y ha ordenado a la subalterna en pos de bigudíes que atente contra la Cultura –con mayúscula–, entregándosela a un gracioso desalmado. El Señor Alcalde de Madrid, Pablo Iglesias, se ha equivocado con contundencia, pero se entiende la prioridad de sus preocupaciones. Grecia, las elecciones de Venezuela y la confusión iraní, que puede afectar a «La Tuerka», eso que es bastante de su propiedad.

Las valientes y heroicas mujeres de los presos políticos de Venezuela están en Madrid. Los de «Podemos» no han accedido a recibirlas por temor a los grifos que dejan de manar dólares.

En Grecia, los chulos de Europa, sus chulos, no las tienen todas consigo. En Irán ahorcan a los homosexuales, pero a ellos les parece bien por ser representantes de otras culturas. Pedro Sánchez y Zapatero, que son la misma persona, se afanan en llevar al PSOE al vertedero que compartirán con lo que reste de Izquierda Unida. Carmona no está. La subalterna, con Cueto o sin Cueto, anda a su aire, a lo suyo. Y el Alcalde de Madrid, Pablo Iglesias, nombra a un impresentable Portavoz de Cultura.

Señor Alcalde, entiendo su angustia y su pánico. Pero se ha equivocado. Todos los madrileños sabemos quién manda en Madrid sin haber ganado las elecciones. Y este foro es ciudad antigua, sabia y eficaz en su sentido de la medida. Su nombramiento puede significar el principio de su ridículo, señor Alcalde.

Con el permiso de Atenas y Caracas.

PD. Ante el escándalo social, la subordinada del Señor Alcalde ha obtenido el permiso para anular el nombramiento del Portavoz de Cultura.