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El tóxico Sr. Trump

La Razón
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Uno de los problemas más importantes que genera un sistema de seguro sanitario privado es la expulsión de los pacientes que más necesitan la atención médica.

Las compañías aseguradoras deciden discriminar entre pacientes para garantizar su rentabilidad. De esta manera, en EE UU rechazaban las primas de las personas que tuvieran enfermedades previas o se aplicaba el «lifetime maximum» o mínimo vital, que consistía en imponer límites económicos a los tratamientos en los enfermos mayores.

El presidente Obama dejó dos legados en su mandato: una política económica no ortodoxa ante la crisis, que ha arrojado un saldo positivo, y en el ámbito social, su gran reforma sanitaria bautizada como «Obamacare».

Los cambios en el sistema sanitario quedaron lejos del modelo al que aspiraban los demócratas desde los tiempos del Sr. Bill Clinton, pero supusieron un paso importante en la dirección de hacer una sociedad más solidaria.

Estados Unidos es un país complejo, donde las proclamas de libertad e individualismo se radicalizan hasta rozar el egoísmo. El contraste es evidente con las sociedades europeas, que han incorporado a su código genético el Estado de Bienestar, de manera que su defensa y aceptación es prácticamente unánime.

En España, algunos estudios sobre las preferencias sanitarias arrojan datos incuestionables: más del 80% de los ciudadanos de rentas altas y casi el 90% de las medias prefieren un sistema de aseguramiento público; si atendemos a la ideológica los datos son parecidos, el 90% de los votantes de izquierda y casi el 85% de los votantes de derecha también se decantan por esta opción.

La razón no es meramente una traslación del fenómeno europeo desde la II Guerra Mundial o se trata de una inclinación cultural, es una cuestión de necesidad y prioridad en todos los estratos sociales.

El coste, en un mercado libre privado, de una enfermedad grave tiene como consecuencia para una familia de renta alta su empobrecimiento inmediato, y para una modesta su ruina. Es decir, en Europa, podrías despertar rico y acostarte pobre después de pasar por la consulta del médico si no existiera un sistema sanitario público.

Sin embargo, en EE UU el fenómeno racial aparece persistentemente en todos los estudios cualitativos que se hacen y representa una de las mayores resistencias al aseguramiento público. Un blanco norteamericano rico, podrá empobrecerse por un problema de salud, pero seguirá siendo blanco y se niega a financiar con sus impuestos a otros que no lo son.

El presidente Donald Trump, conoce bien la baja víscera de la sociedad estadounidense y la trabaja amoldándola a sus intereses. En el mismo mes que decide incrementar sustantivamente el gasto en armamento, ha iniciado la destrucción de las reformas del Sr. Obama en materia sanitaria.

Más de 20 millones de personas obtuvieron cobertura sanitaria a partir del «Obamacare»; sólo en California, el porcentaje de ciudadanos sin cobertura médica pasó de un 17% en 2013, a un 7,4% en 2016. Ahora, muchos de ellos empezarán a perderla.

Vivir con el miedo a caer enfermo o con la certeza de que tarde o temprano todos padeceremos alguna enfermedad, pero no sabremos si será posible atenderla económicamente es, sencillamente, inaceptable en una sociedad desarrollada.

El Sr. Donald Trump es alguien tóxico para los inmigrantes, para la paz mundial, para la convivencia de los seres humanas y, también, para la salud del pueblo americano, que empieza a ser consciente del enorme error de su elección.