Cádiz

El verbo y el angelote

La Razón
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Los dos dedos de frente llegan a la cuarta si no a la palma en el frontal de Kichi, de ahí que discurra como nadie. Por eso, el regidor gaditano rehusó asistir al Congreso de los Diputados para apoyar la moción de censura del líder supremo, Pablo Iglesias, pese a la expresa invitación de su partido. De buena se libró el gachó. Cerca de tres horas, estuvo el secretario general de Podemos actualizando ese discurso milenarista con el que señala al Gobierno y a las instituciones, así en genérico; y otro tanto su querida portavoz. A eso añadió el verbo fácil de su programa electoral. Ya fuera por el agotamiento o por la gazuza, los bostezos ganaron la votación por mayoría. El relato era infinito y muy semejante a lo ya oído, a saber: al actual fin del mundo, tic-tacs mediante, le sucederá el Reino de Cristo, hijo del Hacedor y Hacedor él mismo; o sea, El Coleta. Nadie duda a estas alturas quién haría de juez de ese Juicio Final, en cuyo escenario, según lo pronunciado por Iglesias desde la tribuna de oradores, figurarían de angelotes «los alcaldes del cambio», entre los que figura Kichi, naturalmente. Y no puede resultar más paradójico vincular a señores como el alcalde de Cádiz con una especie de savia nueva con la que nutrir el bosque nacional. Ni lo son sus fundamentos ideológicos, con el arcaico trotskismo como corriente nodriza, ni tampoco lo es su costumbrismo retórico de comparsa cursi. Tan poco novedosos son en Podemos, que sus discursos duran como los de Fidel, vitorean cada punto y aparte como era preceptivo con la Pasionaria y caen en medias verdades, las convenientes, como hicieron siempre todos los partidos. Kichi, que se perdió el espectáculo en vivo, ya busca su disfraz de angelote. Que empiece la función. En el principio era el Verbo.