Cristianismo

Eldorado

La Razón
La RazónLa Razón

Cuando el 6 de agosto de 1538 el conquistador español Gonzalo Jiménez de Quesada fundó Santa Fe de Bogotá creyó haber llegado al legendario Eldorado. Todo se fundaba en una antiquísima tradición según la cual el cacique de la región antes de asumir el mando se sumergía recubierto de oro en la cercana laguna de Guatavita como ofrenda a una misteriosa deidad.

Hoy la primitiva ciudad –en realidad doce cabañas en torno a una ermita– se ha convertido en una inmensa metrópolis de más de ocho millones de habitantes. En su aeropuerto aterrizará el Papa Francisco a las cuatro y media de la tarde (once y media de la noche) del miércoles 6 de septiembre. Comenzará así una visita de cuatro días al cuarto país más extenso de América del Sur con etapas en Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena de Indias. Un viaje hace tiempo deseado por Bergoglio para consolidar el proceso de paz que ha puesto fin a una guerra civil de cincuenta años con decenas de miles de muertos y casi un millón de personas desplazadas.

El viernes 8 de septiembre el Pontífice presidirá en el parque de Las Malocas de la ciudad de Villavicencio el Gran Encuentro de oración por la Reconciliación Nacional en la que participarán víctimas de la violencia, ex guerrilleros de las FARC (Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia), militares y agentes de las fuerzas de seguridad. Su discurso, centrado en el ideal de la paz. Ésta –como ha escrito el periodista Javier Darío Restrepo en la revista «Vida Nueva»– «supone la desaparición de la corrupción, de las violaciones de la libertad y de los derechos, la lucha eficaz contra el crimen organizado y una solución al drama de los refugiados y desplazados». El programa del viaje es extenuante y Francisco ha dedicado una parte de sus «vacaciones» a prepararlo en sus mínimos detalles porque, como dijo hace ya dos años en La Habana en un mensaje dirigido a los colombianos, «no tenemos el derecho a permitirnos otro fracaso en este camino de paz y reconciliación».