Agustín de Grado

Embozados

El PSOE está en campaña, pero sin el rostro al descubierto. No quiere que se le reconozca como lo que es: una marca otrora imbatible hoy en fase de desguace. Las siglas han desaparecido. Se nos presentan como los socialistas, sin más. Ni partido, ni obrero, ni, a lo que parece, español. La bandera nacional la ocultan en Cataluña y el logotipo del puño y la rosa fue hace tiempo arrojado al desván de los trastos viejos. Socialistas, se dicen. Como si Hayek no nos hubiera advertido hace tiempo de que socialistas hay en todos los partidos, incluidos aquellos que se consideran conservadores o de derechas. Pero a los socialistas del PSOE se les reconoce a la legua. Aunque hayan salido en busca del voto sin acrónimo, sin puño, sin rosa (un esbozo de amapola intuyo en su nueva marca) y enarbolando las banderas según el lugar. Todos señuelos para la caza del votante despistado. Márketing con un único objetivo: que al PSOE no se le juzgue por lo que hace (o lo que hizo), sino por lo que promete cuando no disfruta del mandato popular que luego le obliga a cumplirlo. No quiere ser examinado por sus actos, sino por un ideal mitificado, el socialismo, que no puede ser cuestionado porque encarna las mejores aspiraciones del hombre. Somos socialistas. Por eso están de campaña ocultando su responsabilidad tras un concepto sugestivo (falsamente) asociado a las buenas intenciones. Así que allá van Valenciano y Pepe Blanco y Jáuregui... Con los rostros embozados. A ver si algún ingenuo no les reconoce en esa candidatura de afortunados que escapan hacia un cómodo exilio hasta que el olvido colectivo devuelva al PSOE tiempos mejores.