Cádiz

En las cloacas o en el cielo: el mismo poder

La Razón
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La imputación del hoy obispo emérito de Cádiz, Antonio Ceballos, en el caso de los ERE no es una mera anécdota ni tampoco una prueba de la furia inquisitorial de la instrucción, como pretenden hacer ver los cada vez más numerosos mariachis mediáticos de la Junta. En el ejercicio de su pastoreo, Su Excelencia Reverendísima solicitó (y percibió) una ayuda de 300.000 euros, que fueron presuntamente detraídos de manera ilícita por los administradores públicos, en particular por Antonio Fernández. Nada más natural que investigar si Monseñor o su ecónomo estaban, como muchos de los responsables de las empresas beneficiadas por el saqueo, en el ajo o aceptaban ese dineral a cambio de su fidelidad hacia el partido gobernante. Digamos, por usar una expresión evangélica, que no debe rasgarse nadie las vestiduras por contestar unas preguntas ante un tribunal. Hay cuestiones que los cristianos (con más motivo los hombres de Iglesia) saldamos con nuestra propia conciencia pero nadie está eximido de rendir cuentas ante la Justicia humana cuando se toquetea el dinero de todos que, perdonará el lector más pío la odiosa comparación, da igual que se lo gaste un cura en limosnas que un chófer en rayitas de farlopa, si por desventura se demuestra que ha sido desfalcado. Lo verdaderamente sustancial del asunto es la confirmación de que el PSOE andaluz ha sido desde hace cuarenta años una estructura de poder tan omnímoda e impune, que repartía la pasta a discreción: desde el putañero desaforado al clérigo caritativo, todos los amigos de los socialistas percibían su migaja junto con, tal vez, la recomendación explícita o implícita de sumar prosélitos a la causa. Y así se van ganando elecciones tras elecciones... hasta que el Altísimo nos convoque para el juicio final.