Andalucía

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La Razón
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Así está siempre nuestra Guardia Civil. Es una verdadera garantía para los españoles. Un lujo. En comparación con otros cuerpos armados internacionales, el Real Madrid, lo más. En estos días que he compartido hotel con parte del dispositivo que desplaza al Rocío he vuelto a comprobar su enorme trabajo, su disposición amable. Algunos que conocía de otras veces aprovechan para llevarse a su familia, hijos muy pequeños, pero con una educación magnífica. Me comentaban que son muchos los que solicitan voluntariamente venir a la romería. Las entradas y salidas de las hermandades, peregrinos y curiosos son un auténtico desafío para organizar un dispositivo de seguridad, porque no estamos hablando solamente de cientos de miles de personas, hay que añadir miles de coches, de carretas, de carriolas, caballos, bueyes, mulas... Además, en movimiento casi 24 horas al día. Tampoco hay que olvidar las continuas fiestas y las copas que ellas conllevan. Yo mantengo que unas de las cosas más terrenales que me convencen de la existencia de Dios y de la Virgen es el resultado de la romerías a niveles de problemas graves, que son inexistentes. En otros países esto daría para 50 víctimas diarias. La Guardia Civil le echa una mano grande a la Señora de las Marismas, por eso la misa de acción de gracias del Cuerpo ante la Señora volvió a ser una ceremonia deslumbrante. Sé que se ha llegado a tal finura a la hora de una vigilancia exhaustiva que había agentes vestidos de corto a caballo; igualmente, vestidas de gitana pernoctando en casas como unos peregrinos más; peinando todos los ángulos, para que los gritos que se oigan siempre sean de júbilos y la explosiones, las de los cohetes que suenan constantemente. Quiero terminar este pequeño homenaje a la Guardia Civil con humor y recordar una anécdota de hace años en el paso del río Quema. La Esmeralda, ese conocido personaje sevillano, se acercó al general Píriz, entonces al mando del Cuerpo en Andalucía, y con gran emoción le dijo mientras miraba a unos apuestos agentes a caballo: «Mi general, qué glorioso Cuerpo... y qué cuerpos».