Partidos Políticos

Encuestando

La Razón
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El pecado original de los sondeos de opinión pertenece a George Gallup, que era psicólogo, y comenzó a hacer encuestas por ver si su suegra tenía oportunidades políticas locales. En las elecciones presidenciales estadounidenses de 1948 la «Gallup» era tenida por el oráculo de Delfos y le dio entre 5 y 15 puntos de ventaja al republicano Dewey frente a Truman, «el camisero de Missouri», mero heredero de la presidencia del gran Roosevelt. Ganó Truman precisamente con 5 puntos de ventaja, pero no pocos estadounidenses se desayunaron con periódicos que titulaban a cinco columnas la victoria de Dewey, entrando, para quedarse, la demoscopia en los territorios de la confusión. Ni las consultoras solventes reconocen que son incontables los encuestados que mienten por diversión o cansancio. Molesta que te encuesten interminablemente por teléfono con preguntas sobre tu intencionalidad política, y personalmente en la puerta, te inquieren si prefieres Podemos al PP, y luego sobre tu lejía preferida, porque el encuestador atiende a la vez múltiples encargos comerciales que son los rentables. Luego habría que ver cómo se ha obtenido la muestra de población, si científicamente o con fórceps, y cómo se cocinan los resultados donde los decimales son más importantes que los ordinales. Intentando esclarecer el caos llegaron las «israelitas», descarada e inconstitucional pregunta a pie de urna sobre el sentido de tu voto secreto. Recordemos el año que vivimos electoralmente y con Gobierno interino con encuestas patinando hasta dar por seguro el «sorpasso»de Podemos. El Centro de Investigaciones Sociológicas es un organismo autónomo dependiente de Presidencia, y debe ser bastante independiente porque no se priva de dar disgustos a los habitantes de La Moncloa pero tendrá las mismas falencias de origen que sus competidoras. El último CIS acerca al PSOE 4 puntos al PP, los que este pierde desde las elecciones de 2016. El Poder desgasta, pero más estar en la Oposición. Se ignoran los méritos de Sánchez para la remontada o las maldades del Gobierno Rajoy para el decline. La clave está en la popularidad de los políticos: ninguno aprueba y el más querido es un tal Joan Baldoví seguido de otro mengano llamado Xavier Domenech. Las encuestas, como las chicas, son unos chicos muy raros.