Selección Española

Es la guerra

La Razón
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«Es mejor permanecer callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente», dijo Groucho Marx mucho antes de que fueran proyectos Max Meyer y Julian Pollersbeck, centrocampista y portero de la selección alemana sub’21. Impresionados por el juego de España, más efectivo que coral, más espectacular que enjundioso, rico sobre todo en detalles y con individualidades exquisitas, estos sub proponen una final guarrilla. «Jugaremos sucio», avisan. Si lo hacen motu proprio, malo; si han recibido un empujoncito motivador del seleccionador Stefan Kuntz, peor. Semejante comportamiento se sitúa en las antípodas del jefe supremo Joachim Löw, entrenador de la actual campeona del mundo para quien el fútbol de la Roja ha sido fuente de inspiración.

A Xavi, Iniesta, Alonso, Busquets, Pedro, Villa, Navas o Torres también intentaron frenarles a patadas, como los holandeses De Jong o Heitinga con la complicidad de Howard Webb en la histórica final de Johannesburgo. Ganó España, en la prórroga, pero ganó. Y eso es lo que cuenta y lo que el degustador de fútbol paladea. A Ceballos, en esa línea oscura que proponen los sub alemanes, le cosieron a patadas los italianos y terminaron con diez.

Si el árbitro de la final, el francés Benoit Bastien, aplica el reglamento sin concesiones, quizá la pretendida tortura cambie de bando y, sin necesidad de recurrir a la épica de Iniesta –legendario minuto 116 del mítico 11 de julio de 2010–, España se alce con su quinto título europeo de la categoría, y Alemania se quede en uno. «Es la guerra, más madera», por terminar con Groucho Marx.