Miguel Ors

España sigue siendo diferente

L23 Dandi

Un futbolista objetivo es un futbolista dandi: Mascherano. Pudo regodearse en el placer de la victoria del Barça. No lo hizo. «Estamos en el buen camino, pero todavía falta una eternidad para el final», opinó. La eternidad: diez jornadas en las que puede pasar de todo. El otro dandi, como casi siempre, Ancelotti al reconocer: «Los dos merecimos ganar; ha ganado el Barça, bien para ellos». Hemos coincidido: un partido emocionante y de muy alta calidad en el que el «dios de la suerte» no sonrió al Real Madrid. Napoleón creía en la «superstición» de la suerte: «Es invisible, nadie sabe cómo es, pero existe».

X25 Español

Ser español, pregunto, ¿es un estigma? ¿Hay que avergonzarse de ser español? Como lo tengo escrito, lo escribiré una vez más: nací en Barcelona, de lo cual estoy orgulloso; me crié en Alicante, la ciudad con la luz más pura y blanca de toda la costa mediterránea, ¡cómo la añoro! Y me hice «mayor y periodista» en Madrid, qué suerte y que alegría. Barcelona, Alicante y Madrid. Esto es la hermosa España con el resto de la otra no menos hermosa España. ¿Por qué algunos políticos huyen de la palabra España? ¿Por qué, por ejemplo, Miguel Cardenal, eje de tantas disensiones y decepciones en el mundo del deporte que preside, en Barcelona, al referirse a Cataluña, dice que «es un país tolerante, respetuoso, diverso ...», para agregar a continuación que entiende que haya gente que «no se sienta española» y que eso «es legítimo». Con arreglo a la Constitución, eso no es legítimo. No, no lo es. Cataluña es España, no es «un país». Rememoraré otra vez la frase de Jardiel Poncela: «Si será mala la política –algunos políticos: no hay que generalizar–, que a la suegra se le llama mamá política». ¡Ay, España, la de suegras y suegros que te han salido desde el «café para todos» hasta hoy!

J26 Chusco

Chusco, de aurora boreal: la final de la Copa del Rey Felipe VI se celebrará en el Camp Nou –a favor, naturalmente, del Barça– por votación democráticamente «salomónica» de la junta de la Federación Española de Fútbol a favor, otra vez naturalmente, del Barça. Cuando antes, como saben los viejos del lugar, España era diferente; ahora, también democráticamente, España, aunque se crea que no, sigue siendo diferente.

–Ver para no creer, sí señor, de acuerdo.

Florentino, como la cigüeña, dijo no. «En el Bernabéu no se pita al himno, no se abuchea al Rey y no se proclama campeón el Barça (también esto)». El estadio es de él y de los socios, y en él mandan los socios y él. Lógico, congruente. Sobre los otros estadios, como se sabe, no hubo consenso –algo muy democráticamente español también– entre el Barça y el Athletic.

–A todo esto, por simple curiosidad, ¿han difundido comunicados oficiales –me preguntan– la Federación, el Barça y el Athletic pidiendo a las aficiones el señorío deportivo de que se respete al Rey y se escuche con cortesía el himno?

–Por supuesto que no. Desgraciadamente, también nuestra joven democracia es deplorablemente diferente.