Enrique López

Esperanza para Venezuela

La Razón
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La liberación de Leopoldo López es un hecho de una indudable trascendencia, si bien se debería tener claro que se trata de un nuevo régimen de cumplimento de una pena que sigue vigente, aunque no cabe duda de que el hecho de poder estar en su casa y con los suyos es muy importante. Este cambio de situación formalmente es adoptado por un Tribunal Superior de Justicia, aunque poco trasfondo jurídico existe en la sustitución del régimen de cumplimiento de la pena, puesto que es admitido por todos que se debió una negociación o mediación política. Leopoldo, sin apellido, como lo conocen en Venezuela, es el símbolo de la denuncia de la oposición y de organismos de derechos humanos por la existencia de presos políticos en Venezuela, aunque el Gobierno los denomine políticos presos. En cualquier caso, el problema político y social sigue existiendo en Venezuela, donde el Estado de Derecho languidece, siendo admitido por todos la existencia de partes enfrentadas al margen el normal desenvolvimiento de las instituciones del país. En una democracia real no hay partes enfrentadas, existen procedimientos, decisiones y resoluciones, pero esto en Venezuela, a pesar de la forzada formalidad, hace tiempo que dejó de funcionar con normalidad. López es quizás el símbolo de los presos políticos que se calculan pueden llegar a cuatrocientos y conviene recordar que fue condenado en un polémico juicio a casi 14 años de cárcel por instigación pública, daños a la propiedad, incendio intencional y asociación para delinquir, en el cual básicamente le convirtieron en responsable de todo lo ocurrido en los incidentes que se causaron como consecuencia de las manifestaciones que el propio Leopoldo promovió hace tres años, algo que en España y en cualquier entorno jurídico democrático es inviable. Lo que se ha conseguido es que lo que en aquel momento se presentaba como una oposición dividida entre el uso o no de la presión en la calle para forzar un cambio de gobierno, hoy en día, tras el agravamiento de la situación económica y política, aparece como una oposición unida en una estrategia de confrontación y rebeldía muy similar a la que siempre impulsó López. De lo que no cabe duda es de la constate pérdida de calidad democrática del sistema hasta el punto de situarnos ante una caricatura de un sistema democrático, que lo único que está consiguiendo es un gran enfrentamiento social, amén del agravamiento de la situación económica, llegando a situaciones inasumibles e insostenibles en un país moderno. Resulta paradójico que se critique en España y en el resto de Europa lo que algunos denominan situaciones sistémicas de injusticia social inexistentes y a la vez se defienda una situación tan profundamente calamitosa en Venezuela, donde ya no se reconoce un mínimo atisbo de justicia social y donde lo único que se reparte es la pobreza de una gran parte de la sociedad que no goza de mínimas prestaciones sociales, presentándose en este momento como un estado fallido. Es urgente ayudar a Venezuela a buscar cauces de reconciliación nacional que pasan por cambios democráticos, cuya inminencia se hace cada vez más patente y necesaria.