Alfonso Ussía

Estado opresor

La Razón
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Lo que está haciendo el Gobierno del Estado opresor con Cataluña es inadmisible. La fortuna de la familia Pujol tiene un origen claro. La floristería y su posterior transformación en vivero de Marta Ferrusola. Lo demás son patrañas. Y ahora quieren desenmascarar a Mas, que apenas colaboró con el pujolismo. Mas pasó por allí pero no estuvo allí. Lo del «tres por ciento» es una calumnia que tuvo voz por vez primera en el Parlamento de Cataluña con Maragall de protagonista. Se dice que la familia Pujol está muy herida con la actitud insolidaria de Mas. Resulta muy fácil sentirse herido. Pujol y Mas apenas se trataron. La única relación que mantuvieron durante dos decenios fue la del comerciante y el generoso cliente. Todas las flores que compró Mas las mercó en la floristería de Marta Ferrusola, que dada su fidelidad de cliente, le rebajaba un tres por ciento por ramo adquirido. De ahí la confusión. Ni Pujol conocía la trama del «tres por ciento» de sus allegados, ni Mas tuvo noticia de ello en los pocos días que formó parte del Gobierno de la Generalidad. Marta Ferrusola, como propietaria de la floristería, tenía sobrado derecho a deducir un «tres por ciento» de las facturas del cliente Mas, y el único pecado de éste fue el de aceptar la generosidad comercial de la señora Ferrusola que no acostumbraba a practicar rebajas en sus productos.

Todos esos mensajes y noticias publicadas y comentadas con muy perversa intención en los medios de comunicación no dependientes de la Generalidad de Cataluña, son los que nos han llevado a este clima de fatigosa aspereza que hoy impera en el Principado. Los catalanes de la calle están hartos de tanta injusticia y persecución. Saben que no ha existido jamás una trama de financiación ilegal de Convergencia Democrática de Cataluña. Conocen a la perfección el origen de la colección de coches de lujo y la participación en hoteles de similar rango en México del hijo mayor del humilde matrimonio. Están seguros que, de haber existido alguna pequeña irregularidad, habrían sido alertados e informados, al menos, con una nota a pie de página en «La Vanguardia», periódico que no precisa de ayudas ni subvenciones. ¿Por qué tan infame deseo de enfangar una gestión político-social ejemplar y cristalina? ¿Por qué la obsesión de martirizar a los Pujol y los Mas con mensajes demoledores cuyo contenido apenas ha interesado a los jueces? Lo de la Pantoja estaba claro. Había blanqueado dinero durante su apasionado romance con «Cachuli», fue imputada, juzgada y condenada. Los Pujol han comparecido en muchas ocasiones ante parlamentarios y jueces, y han sido obligados a responder durísimas preguntas. Si están en la calle, libres y felices como calandrias, será por algo. Ni los parlamentarios en sus investigaciones ni los jueces en sus indagaciones han hallado ni una sola mácula de indecencia en tan primorosa familia. Y hay que terminar de una vez con la falacia de la presumible amistad de Mas con los Pujol. No existió tal amistad, sino la mera y correcta relación que se acostumbra mantener entre la dueña de una floristería y un cliente que compra muchas flores.

Ahí está Granados, culpable de la trama «Púnica». Está donde tienen que estar los que se enriquecen con el dinero público y abusan de su poder para acceder a la fortuna. En la cárcel. Los acusados de la «Gúrtel» aguardan, todos ellos procesados, el comienzo del juicio, y alguno de ellos ha experimentado la prisión como preso preventivo. Los de Marbella han conocido la falta de la libertad, han sido condenados y sus bienes intervenidos. Los de los ERE de Andalucía, no tanto, pero a los más tontos los metieron en la cárcel por orden de los más listos, de los cuales alguno de ellos permanece en el Gobierno de Andalucía. Y ha sido así porque la misma Justicia que no ha encontrado nada en los quehaceres empresariales de los Pujol, se topó con pruebas evidentes de culpabilidad en otros casos acaecidos fuera de los límites de Cataluña. En Cataluña nadie ha robado y menos aún, percibido un tres por ciento de comisión a cambio de adjudicaciones sospechosas. En Cataluña se respeta a sus grandes hombres, como Pujol y Mas, aunque éstos apenas se conozcan y hayan gobernado simultáneamente. Es el Estado, el Gobierno del Estado, que está sometiendo a estos héroes de la independencia con el fin de afligir su resistencia. Y eso lo saben los catalanes independentistas, que agradecen a los suyos con lealtad plausible su honestidad, su firmeza y su lucha.

Basta ya de patrañas y triquiñuelas. Está muy mal lo que están haciendo con estos hombres tan buenos. Pandilla de fascistas.