Alfonso Ussía

Falso debate

Tres años llevamos con la cantinela. Casillas sí, Casillas no. Me temo que no se trata de eso. El problema es el contrato, insuperable para un portero de fútbol. Casillas no es el culpable de ese maravilloso contrato que está dispuesto a cumplir, sino aquellos que se lo pusieron a la firma desde la directiva del Real Madrid. El debate, la discusión, tendría que centrarse en la profesionalidad y la avaricia, por cuanto Casillas como futbolista lleva muchos meses descendiendo.

Los dirigentes del fútbol son más forofos que administradores. Este verano, un ilustre madridista y persona que cuenta con la plena confianza de Florentino Pérez me lo confesó, desolado. «No hemos tenido ni una sola oferta por Casillas, y no la vamos a tener». Mi entristecido confidente es un gran administrador y nada forofo.

Casillas fue un magnífico portero, y cumplió excepcionalmente con su obligación. También el Real Madrid ha cumplido excepcional y generosamente con Casillas. Esa inmunidad en la crítica que reclaman para él sus amigos periodistas y algunos compañeros de sus años mejores es sencillamente ridícula. Casillas ha hecho los deberes durante muchos años, y ya no los hace. Precisamente cuando ha dejado de hacerlos, percibe los beneficios contractuales más altos a los que un portero de fútbol puede aspirar. Muchos millones de euros –más de un millón de euros ya es «mucho»–, sueldo, primas, dietas, publicidad e imagen. De los derechos de imagen el Real Madrid se lleva un considerable porcentaje, y es lógico que lo haga. Es el Real Madrid el gran reclamo para la publicidad. En esas condiciones, no hay club que pueda ofrecer por Casillas mayor apoyo económico.

He leído en nuestras páginas –siempre lo hago– al gran maestro y señor de la prensa deportiva Miguel Ors. Establece comparaciones entre Bernabéu y Pérez. Y defiende a Casillas, con todo su derecho. Pero yerra el gran Miguel cuando pasa por alto un detalle. Bernabéu jamás hubiera firmado el contrato que hoy retiene a Casillas en el Real Madrid. A los futbolistas con treinta años cumplidos, Bernabéu los renovaba por una temporada. Así lo hizo con Di Stéfano, con Puskas y con Gento, por ejemplo, que han sido más que Casillas. O, al menos, de parecida importancia.

El debate no es consecuencia de un grupúsculo adverso al capitán del Real Madrid. Viene de tres años atrás, cuando diversas actuaciones y manifestaciones de Casillas empañaron su figura deportiva. La masa social y la afición descontentas con el intocable portero han crecido en las dos últimas temporadas. Podría haber salido del Real Madrid a hombros, y es probable que lo haga esquivando las almohadillas. Ha dicho que quiere cumplir su contrato, y el derecho está de su lado. Pero a sabiendas de su menguante rendimiento, el Real Madrid no erraría destinándolo a compartir entrenamientos y desplazamientos con los jóvenes, es decir, con el Castilla. El Club respetaría el millonario contrato y el futbolista aportaría su experiencia, carísima por cierto, en la formación de los jóvenes futbolistas.

Un futbolista no puede cobijarse en un sector influyente de la prensa para echar a un entrenador que no le cae simpático. Los entrenadores no tienen la obligación de ser simpáticos, sino justos. Y Mourinho prefirió a otro portero, del mismo modo que Ancelotti ha optado por afligir a un grandísimo guardameta en beneficio de Casillas. El debate no es Casillas sí o Casillas no. Se trata de madridismo o avaricia.

Y no es un debate agradable ni constructivo.