Sevilla

Faltan 36 días

Faltan 36 días
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Los carteles de bares, tabernas y tiendas tradicionales de los barrios empiezan el último tramo, que es como una especie de sprint final. Han sido más de 300 días, con la tiza cambiando el cartel del «faltan...». El lento paso de las hojas del calendario se hacía agotador, como un maratón de 500 kilómetros, pero ahora todo es energía. Da igual, ahí está en una revirá del almanaque, en lo que se tarde en cortar la página del mes de marzo, Sevilla, Andalucía relumbrará más que el sol. ¿Se puede comparar su luz de la candelería de un paso de palio? ¿Acaso, al astro rey le acompaña una marcha tocada por la banda del Carmen de Salteras? Volveré a este tema, pero ayer en mi paseo por las iglesias donde se celebran cultos a los titulares de las hermandades varias personas me saludaron y me pidieron que terminara de una vez el tema tiaras. Una señora de buen porte me lo pidió con una cierta retranca: «Termine de una vez, que le va a durar el tema más que las mil y una noches». Así que paso a cumplir lo prometido. Les dejé con el porqué la Reina Sofía es la propietaria de la tiara Cartier. Doña Victoria Eugenia se la dejó en herencia a su hija la Infanta Cristina, casada con el conde Marone Cinzano. Cuando se quedó viuda se instaló en Madrid, donde pasaba muy buenos ratos con su cuñada y prima, la Condesa de Barcelona. Me consta que un día le comentó a doña María su intención de vender la citada joya. Ésta le dijo que se lo hiciera saber a su hijo el Rey. Así lo hizo don Juan Carlos, se puso de acuerdo con su tía y compró la diadema, que regaló a doña Sofía, que agradeció enormemente el valioso obsequio. Eso sí, el Rey le pidió a doña Cristina unos plazos en el pago. Ése es el motivo de la propiedad. La estupenda Reina que hemos tenido como consorte en el trono, casi 40 años, siendo siempre en las encuestas el personaje de la familia real más valorado, tiene una buena colección de tiaras, aparte de la Cartier. En su boda lució el regalo de su madre la reina Federica, un bello diseño de línea imperial, que la reina griega había recibido a su vez de su madre, la princesa Victoria Luisa de Prusia. La lució también en su boda doña Letizia, con lo cual esta tiara ha coronado en sus esponsales a tres soberanas. Aseguran que la citada joya pasará a ser propiedad de la princesa de Asturias en su mayoría de edad. Seguimos con la lista, también recibió doña Sofía como regalo de boda por parte de sus suegros, los condes de Barcelona, la diadema de las olas, bella creación de los joyeros Mellerio, que fue un regalo de doña Isabel II a su hija la infanta Isabel, conocida popularmente como «la chata». El naviero griego Niarchos regaló a la entonces princesa griega un fabuloso aderezo, firmado por Van Cleef, de brillantes y rubíes, compuesto por collar de doble vuelta, pulsera, sortija y pendientes, más una vuelta más que se puede usar como diadema de una o dos alturas. Hay que añadir la que el entonces jefe del Estado Franco le regaló, que por su sencillez ha sido la más usada por las infantas Elena y Cristina. Hay alguna más de menos importancia. Ya ven qué derroche de joyones y aquí me ven, con una cadenita y una medallita de la Virgen del Carmen de plata dorada.

Como les contaba al comienzo, disfruten de un paseo por las iglesias con cultos de hermandades. Empiecen en la Capilla de los Marineros, donde está de besamanos el Cristo de las Tres Caídas, cruce el puente y directamente a San Vicente, gran altar para Jesús de la Misericordia, de la Hermandad de las Siete Palabras. A 200 metros, la Capilla del Dulce Nombre, allí contemplará como nunca el dramatismo del Cristo de la Veracruz, prácticamente a su altura, tan antigua imagen, plaza de San Lorenzo, en su parroquia, deslumbrante La Soledad. Justo al lado, la Basílica del Señor de Sevilla. Por cierto, el gusto del señor arzobispo porque la citada iglesia se convierta en una especie de Chernóbil enclaustrada en madera va a levantar, cuanto menos, polémica. Nuestra Madre del Mayor Dolor y Traspaso, delante de su hijo, el del Gran Poder, y finalicen en la Macarena, el Señor de la Sentencia todavía en su paso de vía crucis. Luego tómense un relajante muscular y un buen bocadillo de ibérico, lo van a necesitar.