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Fantasmas

La Razón
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Al jefe del videoarbitraje en la Bundesliga le despidieron por tramposo. Revisaba la jugada en cuestión y cualquier duda la resolvía a favor de su equipo. La innovación tecnológica en todos los ámbitos es conveniente, excepto si el hombre la manipula con fines espurios. Errar es humano, sí, y el VAR iluminará la verdad del fútbol, pero no erradicará las dudas, algunas por trascender a lo existencial, ni zanjará las polémicas, tan pertinentes como terapia de desahogo durante la liturgia del desayuno en el bar de siempre, para que no se indigesten los churros.

Fantasmas peores que los goles que no concede el equipo arbitral son quienes promueven la confrontación porque de vez en vez la razón está de su parte. Éstos sí que son infalibles; cuando no la tienen, contraatacan, acusan o divagan al son de «Sicilia, años veinte...». Hay polemistas tan buenos, o tan plastas, que encuentran justificación en el considerando más peregrino o en la tesis más contradictoria. Seguro que no escuchan a Ernesto Valverde, que podría relamerse con el fallo colosal del Iglesias Villanueva y su juez de línea y en lugar de eso responde que en Málaga concedieron al Barça un gol que empezó con la pelota fuera del campo.

Esa memoria selectiva, coercitiva, victimista y antidemocrática como una DUI prevalecerá por encima del VAR, del «Ojo de Halcón» y de cualquier progreso científico porque hay quien no es feliz sin zaherir al contrario, sin recordarle algún pecado venial, aunque el suyo sea mortal. E insoportable.

Recuerdo en este renglón aquella súplica de Serrat «A quien corresponda»: «Se sirva tomar medidas / y llamar al orden a esos chapuceros / que lo dejan todo perdido / en nombre del personal. / Pero hágalo urgentemente / para que no sean necesarios / más héroes ni más milagros / pa’ adecentar el local». Eso, decencia. No es mucho pedir y cuesta menos que el VAR.