Marta Robles

Fin de año

La Razón
La RazónLa Razón

Digan ustedes que sí. Que para salir de un año y entrar en otro, lo que hay que hacer es tratar de cumplir con todos los ritos y tradiciones nacionales e internacionales. Por si acaso. Lo mismo da dónde se encuentren. Si pueden acumularlos todos, mejor, no vaya a ser que, por no hacerlo, la suerte no les acompañe en el año que se estrena. Así que, prepárense y no olviden dejar un saquito de arroz en la puerta para llamar a la abundancia a la panameña, ni barrer la casa de dentro afuera para liberarla de impurezas, como acostumbran en México, ni vestir ropa interior roja, como hacen en Italia y Uruguay. Tampoco se priven de tomar una uva a cada campanada de las doce, sostenidos sobre la pierna izquierda para entrar en el año con el pie derecho, como acostumbramos aquí, ni de brindar luego con champagne o cava en una copa que lleve dentro tres lentejas y algo de oro, que es una mezcla de ritos de muchos países. Una vez hecho todo eso, quemen un muñequito de trapo, en cuyo interior habrán introducido previamente un papelito con todo lo indeseable del año que se va, siguiendo el rito colombiano, lancen monedas al aire para les llueva la fortuna como suelen hacer en Ecuador y no se olviden de cascar un huevo en un vaso de agua cuya forma podrán interpretar al día siguiente: si se parece a una iglesia habrá boda en la familia y si hay círculos, dinero o cambios en lo personal, a decir de los salvadoreños. Con todo esto, empezarán el año estupendamente y, si no, al menos se habrán divertido... ¡Feliz 2018!