Cataluña

Fistro mío

La Razón
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Clara Ponsatí, sí. La misma que hace dos semanas, en las ruedas de prensa, evitaba con sorna el idioma español porque no lo recordaba, ha tenido tiempo de rememorar y hasta de reflexionar públicamente, desde su escondite belga. No da crédito la ex consejera catalana de Enseñanza a la fractura manifiesta entre sus colegas separatistas. Se pregunta, contrariada, cómo pueden compartir celda esos mismos que ahora no quieren concurrir juntos, en una sola lista electoral. Culpa Ponsatí –sin mencionarles– a los miembros del Govern que les hicieron creer, a ella y a otros tantos, que la República Catalana sería posible en 18 meses. Era todo mentira. «Cataluña no está preparada para independizarse», reconoce ella. ¡A buenas horas, mangas verdes! La habéis liado parda. A ver quién devuelve a casa el montón de empresas fugadas y de inversores perdidos. A ver quién responde del daño que habéis causado.

En la calle se palpa el desconcierto y la creciente orfandad de los manifestantes independentistas. Este sábado no vimos, tras la pancarta del lazo amarillo, a Carme Forcadell, ni al resto de la mesa del Parlament. Dice Ponsatí que lo de Forcadell, acatando el 155, se resume en pura estrategia, pero la realidad es que muchos de los responsables de esta crisis parecen haber abandonado el timón del Procés.

Para más inri, vemos aplicado en Cataluña un 155 endeble. Ante la última huelga que paralizó las comunicaciones, los mossos sólo pudieron mediar y no actuar, para perjuicio de cientos de miles de afectados. El Gobierno evitó la foto de la violencia callejera a costa del libre albedrío. Al final, no sé qué es peor mostrar a Europa: unos mossos desalojando a decenas de antisistemas de una carretera o la foto del territorio sin ley, con niños paseando propaganda separatista. El 155 se aplicó pero sabemos que, en los colegios y en determinados medios catalanes, continúa el adoctrinamiento.

Visto lo visto, quiero que llegue pronto el desenlace de esta historia truculenta. Deseo que Cataluña se recupere económica y, sobre todo, psicológicamente. Que vuelvan todos los culés a vestir con orgullo su camiseta. Que se hermanen los fans de Eugenio y de Chiquito. Quiero telefonearte, primo, y que no salga más el tema político a torturarnos, que solo peleemos por la marca del cava para brindar, que nos desborde la alegría de reírnos de todo, porque t’estimo molt. Fistro mío, que por algo somos familia.