Carlos Rodríguez Braun

Frenesí nórdico

La Razón
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Hasta los populistas de Podemos se han unido al coro socialdemócrata, y, no vaya a ser que les recordemos sus lucrativos nexos bolivarianos, ahora juran que su modelo es Dinamarca. No se divulga mucha información negativa sobre los países nórdicos, y el asunto suena al paraíso socialista: economías muy intervenidas, gran gasto social y elevados impuestos sobre los ricos. Pero no hay tal paraíso.

Para empezar, los elevados impuestos, allí como en el resto del mundo, no son sobre los ricos sino sobre toda la población. Como siempre, los intervencionistas agitan el señuelo de la «justicia social», como si fuera justo robarle al rico, para terminar robándole a una multitud de modestos ciudadanos.

Otra mentira que nos intentan colar es que los mercados nórdicos están muy intervenidos. No es así: los Estados son grandes, aunque veremos inmediatamente algo crucial sobre su tamaño, pero no es verdad que el intervencionismo a escala microeconómica sea acusado. Al contrario, los países nórdicos son economías abiertas, tanto hacia el exterior como hacia el interior, con unos mercados de trabajo bastante liberalizados, algo que jamás subrayan quienes desde la izquierda los agitan como paradigmas. Veamos ahora lo del Estado. Siempre se nos dice que el éxito del modelo nórdico estriba en tener un Estado grande y creciente. Pero si en esos países el Estado es grande, que lo es, lo que ha sucedido con su tamaño es que ha ido reduciéndose, justo al revés de lo que se dice. Hace unos años Adrian Wooldridge escribió un informe en «The Economist» en el que aclaraba que el gasto público en los países nórdicos había pasado del 67% del PIB en 1993 al 49%. El tipo máximo del IRPF bajó 27 puntos porcentuales, el Impuesto de Sociedades del 26,3% al 22%. La deuda pública pasó del 70% del PIB en 1993 al 37% en 2010, y el presupuesto pasó del déficit del 11% al superávit del 0,3%. Las pensiones fueron reformadas, y en la educación se introdujo el cheque escolar, que muchos liberales apoyan desde los tiempos de Milton Friedman (no, no hay ningún comentario sobre el asunto por parte de los líderes «nórdicos» del PSOE ni de Podemos).

¿Por qué sucedió esto? Porque los nórdicos no se hicieron ricos gracias al socialismo, sino pobres. En la primera mitad del siglo XX se enriquecieron por sus economías abiertas, pero en las dos décadas anteriores a 1970 aplicaron el socialismo, y el resultado fue el empobrecimiento relativo. Suecia era el cuarto país más rico del mundo y pasó a ser el decimocuarto. A partir de 1990 se cansaron del cuento socialista, empezaron a reducir el Estado y la economía volvió a crecer otra vez. Nótese que para conseguir buenos resultados no es imprescindible adoptar el liberalismo y dejar de fastidiar al pueblo totalmente: basta con fastidiarlo un poco menos.