Alfonso Ussía

Gafe Macedonia

La Razón
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Preciosa la segunda equipación de la Selección nacional de fútbol. La marquesa de Albasmorenas, que en paz descanse, la habría definido con una adjetivación sintética: «Ideal».

Equipación diseñada, sin duda alguna, por el peluquero de Sergio Ramos en colaboración con el asesor de imagen de Serena Williams. Una macedonia de limones y pomelos con fresas del bosque y fresones de Aranjuez, amén de grosellas y frambuesas. Todo ello salpicado con dejadez artística sobre un paño blanco. Los futbolistas españoles estaban ideales, pero con esa camiseta no se puede ganar. Por otra parte, exhibición absurda, por cuanto Croacia se equipó con un austero azul cobalto de muy difícil confusión cromática con la camiseta colorada de la Selección española.

El blanco, en la selección, es gafe. Con la macedonia de pomelos y fresas, más gafe aún. El pasado martes se demostró. Tan gafe que hasta Sergio Ramos, el más grande y preciso lanzador de penas máximas del mundo, falló un penalti. La culpa la tuvo el portero, un ágil felino croata, porque Ramos lo lanzó a media altura y por el centro de la portería, con gran seguridad. En los últimos años ha aprendido la técnica del lanzamiento. Contra el Bayern de Munich erró un penalti decisivo ante Neuer. No lo detuvo Neuer. El balón fue directamente a la cabeza del seguidor del Bayern Ludwig Grafstein, que asistía al partido en la fila 7 de la grada alta del segundo anfiteatro, y que, a consecuencia del impacto, tuvo que ser atendido por los servicios médicos. Contra Croacia se midió, y el balón voló a media altura, con el inconveniente del felino croata, que se encontró el balón en la mano, porque si no...

Pelillos a la mar. Los partidos se ganan, se empatan o se pierden. Pero con respeto a la estética. De siempre he dicho que Adidas, la marca que patrocina a la Selección de España, contrata todos los años al ganador del Campeonato Internacional del Diseño Hortera que se celebra en Las Vegas. Los ganadores de las últimas ediciones tienen como premio diseñar la ropa de tenis de Fernando Verdasco, y hay que reconocer que se superan cada temporada. Pero con el segundo equipamiento de la selección de fútbol, además de superarse, han tenido que pagar a más de un dirigente del fútbol español una jugosa comisión, porque no se entiende semejante adefesio. El triste Morata, más melancólico que un atardecer costero en el mes de diciembre, marcó un gol después de una gran jugada cuando aún los croatas no se habían recuperado del susto. Del susto que les produjo la camiseta de España. Posteriormente, los croatas recobraron la serenidad, y pasó lo que pasó. Lo que pasa cuando España juega al fútbol vestida de payaso. Lo de siempre, lorquiano puro: «Señores guardias civiles/ aquí pasó lo de siempre./ Que Ramos falló un penalti/ y tuvimos mala suerte». Una interpretación sesgada y forofa de su Romancero Gitano.

Este campeonato de Europa de selecciones se está distinguiendo por la recuperación de la vieja y digna estética. Alemania se viste de Alemania, Francia de Francia, Inglaterra de Inglaterra e Italia de Italia. Sin horteradas. Como si estuvieran disputando un Mundial de los años sesenta. Aunque algunos no lo entiendan, los equipamientos tradicionales se respetan más que las camisetas diseñadas por un gilipollas que pasaba por ahí. Con esa camiseta manchada con zumos de frutas del bosque –no es ironía –, España es capaz de perder contra Andorra, Liechtenstein o la Isla de Guam. Nos representan a todos, aunque la comisión de Adidas se la lleven, presumiblemente, unos pocos.

Y eso que Ramos lanzó el penalti divinamente.