Podemos

Ganar o morir

La Razón
La RazónLa Razón

La fractura interna de Podemos fue primero negada –la insistencia en el «sólo hay un Podemos» por parte de Errejón– y más tarde jaleada –la vindicación de un natural y democrático «debate interno» por parte de Iglesias y Echenique–. Y, en efecto, ¿por qué merece tanta atención mediática un suceso, las discrepancias dentro de un partido, que debería constituir la práctica habitual de cualquier formación política que se precie? Pues porque Podemos sólo está apelando a la normalidad democrática del «debate interno» para camuflar una descarnada lucha interna de poder. Los partidos políticos son organizaciones profundamente jerárquicas gobernadas en última instancia por una reducida oligarquía de mandatarios: es ese directorio el que determina la estrategia a seguir para embaucar a los electores y conquistar víricamente las instituciones estatales. Tal estrategia debe seguirse y respetarse sin fisuras: como en el ejército, las órdenes del general deben ser ejecutadas sin rechistar por el resto de sus subordinados; una vez iniciada la guerra, no ha lugar a repensar, socavar, criticar o sabotear desde dentro la estrategia ya decidida, pues en tal caso ésta no podrá desplegarse con plena eficacia y los enemigos obtendrán una consecuente ventaja estratégica. Y así en el ejército como en la política: una formación puede permitirse abrir breves periodos congresuales para «redefinir» el partido y encumbrar a un nuevo equipo directivo. Pero a partir de ahí se exige «lealtad», esto es, sumisión al directorio para que éste pueda atacar al enemigo exterior sin preocuparse por el flanco interior. Por ello, la batalla cada vez menos soterrada entre Iglesias y Errejón no exterioriza un cordial intercambio de pareceres entre su número 1 y 2: lo que manifiesta es un enfrentamiento estratégico irreconciliable entre ambos y que muy probablemente conduzca a la muerte política de al menos uno de ellos. ¿Cómo podrá Pablo Iglesias seguir confiando y delegando en una persona que, como Errejón, no cree en su estrategia, que carece de convicción para ejecutarla con sinceridad y entusiasmo, y que de hecho está conspirando para desbancarlo como líder? Como ya sucedió con el cesado Sergio Pascual, Errejón se expone a ser purgado por «pérdida de confianza». O se prescinde de él o se lo mantiene nominalmente en su cargo pero despojándolo de sus competencias. Por eso, a su vez, Errejón acelera sus maniobras para decapitar a Iglesias (epicentro: la batalla por Madrid). Juego de tronos: o ganas o mueres.