César Vidal

Glazunov

La Razón
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Me avisó de la noticia un amigo. Fue un lacónico «Glazunov ha muerto». En poco, la televisión rusa lanzó una información tras otra de la muerte y, sobre todo, la vida de Ilya Glazunov. Cuál no sería mi sorpresa al comprobar que uno de los excelentes documentales comenzaba con mi voz presentando a Glazunov. La entrevista se realizó en ruso, pero la presentación la pronuncié en español porque era para una cadena de nuestro país. Comenzaba yo diciendo que muertos los grandes de la pintura del siglo XX, quedaba Glazunov. No exageraba. Glazunov era el último gran pintor vivo. Y generoso. Comentó cómo le gustaba ver mis obras en las librerías y que, leyéndolas, las encontraba muy interesantes. Sus retratos –uno de ellos del Rey Juan Carlos – constituyen cimas señeras del lienzo. Al plasmar pictóricamente a la Rusia eterna fue donde descolló como nadie desde Repin. Extraordinariamente crítico con el «realismo socialista», Glazunov aspiró a pintar el alma de Rusia y lo consiguió cabalmente. Cualquiera que vea su «Gran experimento sobre la Historia rusa» o sus ilustraciones para «Los hermanos Karamazovy» de Dostoyevsky se percata de que los pinceles de Glazunov habían plasmado realidades metafísicas, esas realidades innegables que tantos que hablan sobre Rusia ignoran totalmente. Glazunov amaba a España y su cultura. Era un devoto de Velázquez y de Zurbarán –aunque no le gustaban ni Picasso ni Miró– y se confesaba enamorado de Cervantes y Calderón aunque desdeñaba a Lorca. Seguramente, su vivencia de la URSS lo convertía en un fino discriminador de lo verdadero y lo propagandístico. Sobrecoge ver el más que justificado reconocimiento de los rusos hacia el maestro. En los reportajes se advierte cómo la gente a la que se paraba por la calle en Rusia hablaba de Glazunov como alguien conocido y admirado, respetado y querido. De manera semejante, mi entrevista –que la cadena de televisión perdió deplorablemente– fue editada en Rusia con subtítulos en las partes en español y difundida masivamente por internet. Era su pintor, su artista, su genio y eso merecía más que sobradamente subtitular y difundir. Seamos sinceros y reconozcamos que no sucedería lo mismo en España. Hace tiempo que dejamos de contar con talentos semejantes al de Glazunov o porque fallecieron o porque abandonaron su tierra natal en busca de suelos más amables. Ilya Sergueyevich, sea la tierra leve sobre tu sepultura. Descansa en paz.