M. Hernández Sánchez-Barba

Gobernador de las Indias

La Razón
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La Monarquía de los Reyes Católicos mantuvo desde el primer momento una estricta vigilancia acerca del gobierno de los hermanos Colón en la isla de La Española, atento el gobierno central a las complicaciones entre el sistema colombino, que no se correspondía, sin problemas, con las aspiraciones pobladoras y de propiedad por parte de los españoles, mayoritariamente castellanos viejos, formados en una tradición bien distinta de la obsesiva búsqueda colombina de yacimientos auríferos o, en todo caso, de hallazgo de «almáciga» o cualquier otro producto, sin hacerle ningún asco a la venta de esclavos indígenas, cosa que ya en su testamento y codicilo la Reina Isabel había cortado de raíz.

La vida en La Española bajo gobierno de los Colón no era de fácil aceptación por parte de los pobladores castellanos que protestan a través de las instituciones, incluso encabezados por el alcalde mayor de la isla Francisco Roldán, el alcaide de la Magdalena, Diego de Escobar, Pedro Valdivieso, Adrián de Mújica; así como atentados, atropellos y raptos como el perpetrado a la favorita del cacique Guarionex por Diego de Barahona. De nada sirvieron las entrevistas tenidas por Francisco Roldán con Bartolomé Colón, al que su hermano el Virrey había nombrado Adelantado, sin autorización de la Corona. Las negociaciones fueron infructuosas e incluso enviados memoriales por parte de Roldán y los suyos, así como de los Colón al Estado monárquico. Roldán se lanzó a una rebelión abierta. Escribió al cardenal Cisneros una larga carta exponiendo los motivos de su rebelión y los hechos que hicieron inevitablemente el motín. Colón trató de contentar a los sublevados repartiendo lotes de tierras.

Estuvo claro el fracaso del Virrey, originando la pérdida de confianza en el buen gobierno de los Colón y la evidencia de cómo la empresa de La Española iba a la deriva. Ello decidió a los Reyes al envío de un juez pesquisidor, Francisco de Bobadilla, cuya «pesquisa» ha sido encontrada en el Archivo General de Simancas, en la Sección de «Incorporado», donde fue leída y estudiada por los miembros del mismo: Palacios Rubios, Rodríguez de Fonseca, el secretario Conchillos, Tello, incluso los Reyes. Le falta el primer folio y ha sido investigada por la facultativa Isabel Aguirre e incorporada al estudio de la colombinista Consuelo Varela en su estudio «La caída de Cristóbal Colón. El juicio de Bobadilla», donde se advierte la extrema gravedad de la acusación formulada por el juez pesquisidor Bobadilla.

La consecuencia inmediata fue el nombramiento del primer Gobernador de las Indias, Fray Nicolás de Ovando, en 1501, singular acierto de esta designación en que se mantiene el título de Gobernador y se suprime el de Virrey, sin duda, como consecuencia de los serios informes remitidos por Ovando al gobierno central en España: regencia de Cisneros, gobierno de Felipe I de Borgoña y la reina Juana, gobierno de Fernando el Católico e inicio, en 1516, del reinado de Carlos I de España.

El Gobierno de La Española se concede a un personaje de primera magnitud; Gran Maestre de la Orden de Alcántara, una de las cuatro órdenes militares nacidas en las guerras de la Reconquista española. Alcántara significa «puente» en árabe; se le puso, con admiración profunda, por un emir, ante el magnífico puente romano que permite el paso sobre el río Tajo, en un lugar estratégico sobre el gran río, muy cerca de Portugal, en el oeste de Extremadura, a tres leguas escasas de Brozas. Sede militar y religiosa, Brozas se había convertido en asiento de nobles familias y sede de la Orden Militar dividida en grandes regiones. La de Alcántara, dominando la cuenca del Tajo y la frontera con Portugal, desde Salvaleón al norte hasta Mayorga al sur, con veinticuatro encomiendas y la sede de la Orden. La otra región, la cuenca del Guadiana, comprendiendo la comarca de La Serena, de fecundas cosechas y dieciséis encomiendas.

El nombramiento de Gobernador de las Indias fue el toque de trompeta que puso en pie a Extremadura para buscar en La Española. Su acertado gobierno promovió la organización de la isla que durante casi cincuenta años fue el centro del Nuevo Mundo indiano, como inmediata consecuencia de los informes remitidos a la Corona por el gobernador Ovando, de la creación de la Real Audiencia, configurado como especial centro de la expansión y transmisión al continente americano de los principios jurídicos en cuanto apoyo del gobierno y las remarcaciones gubernamentales. En 1509, al concluir el gobierno de Ovando, La Española era otra, pues a partir de 1504 el gobernador creó una red de municipios y una organizada red de relaciones internas que pusieron en marcha la gran potencialidad social y económica de La Española.