Historia

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Gran Bretaña o el egoísmo

La Razón
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No nos atrevíamos a llamarlo así y ha sido Esteban González Pons (recomiendo el vídeo de su discurso en el Parlamento Europeo) el que le ha puesto el cascabel al gato. El Brexit es, sobre todo, un gesto de egoísmo. «La decisión más egoísta desde que Winston Churchill salvase Europa con la sangre, sudor y lágrimas de los británicos. Porque Europa no es un mercado, es un proyecto común» ha dicho el representante del Partido Popular. Los ingleses se han dejado atenazar por la cobardía. Han expresado el deseo de librarse de todos los sufrimientos europeos y quedarse sólo con lo bueno. Por muy poco margen, el temor a las grandes migraciones de los pueblos depauperados y la crisis económica han llevado a una mayoría de británicos (ceñida, eso sí) a pegar un portazo. Por el camino han truncado muchos años de inversiones europeas, trabajo común, adecuaciones incluso a su peculiaridad. Hay que recordar que nunca Gran Bretaña había entrado en el euro. Pero, por encima de todo, han roto el proyecto paz que rubricó el final de la Guerra Mundial, la posibilidad de crecer unidos.

Qué pena. Por ellos y por nosotros. Por ellos, porque el sueño de una Great Britain blanca y proteccionista no responde ya a la realidad. El siglo XXI es global y mestizo, por las comunicaciones. No se puede volver a los tiempos de las colonias. Así que, antes o después, los que han votado salirse de la UE comprenderán lo solos que están. Y experimentarán una profunda frustración. En cuanto a nosotros, porque somos menos y más débiles. Dividir los esfuerzos en un tiempo de enormes amenazas es estúpido. González Pons ha pintado bien los frentes que nos rodean: por el norte, los populismos crecientes; por el sur, la emigración desesperada; por el oeste, Trump; por el este, Rusia. Por detrás, la guerra; por delante, el Brexit. Dejar Europa no es dejar un mercado, es dejar los sueños compartidos, ha dicho en un discurso memorable. Porque Europa es la paz entre Francia y Alemania en 1945, la caída del Muro, la libertad nueva de Portugal, España y Francia y una larga raíz que nos transporta desde la Grecia Clásica y la Roma civil al judeocristianismo y la Ilustración.

De verdad ha sido un alivio este tono trágico. Porque parecía que todo era un asunto de dinero, de recortar un poco los beneficios, de «traerse la City» a Frankfurt o Madrid y no, lo que se pierde es mucho más. Es hora de tirar para adelante, pero también de llorar, de hacer luto. Porque el luto sirve para comprender que esto puede empeorar, que nadie nos puede sustituir a cada uno en la libertad de seguir adelante o retirarnos y también para coger coraje y expresar a nuestros hijos que estamos juntos por razones grandes. A saber, que nunca más haya guerra entre nosotros, que la libertad y la democracia se refuercen en todo el continente, que los principios del humanismo fundamenten nuestra cultura y que la tiranía no tenga lugar.