Alfonso Ussía

Hacinados en calabozos

Un estratega majadero de «Podemos» –con la aprobación entusiasta de sus compañeros de resentimientos–, ha propuesto que, en el caso de que los del círculo morado ganaran en unas elecciones generales y formaran Gobierno, se prohibirían los actos católicos en las Fuerzas Armadas y Guardia Civil. Además de tamaña atrocidad histórica y sentimental contra nuestros militares, el estratega es partidario de incluir imanes islámicos para que los soldados musulmanes se sientan más confortados, imanes que sustituirían a los capellanes católicos. Prohibición absoluta de asistir de uniforme a celebraciones religiosas, desfiles y manifestaciones presididas por la Cruz, por ser los militares «funcionarios de un Estado aconfesional». Hay que ser gilipollas.

Siglos de Historia y de fe tirados por unos suelos manchados de odio. Ignoro en qué prisión militar serán hacinados en el calabozo Jesucristo, la Virgen y los santos patronos. San Juan Bosco, Patrón del Cuerpo de Especialistas del Ejército de Tierra.San Hermenegildo, Patrón de la Real Hermandad de Veteranos de las FFAA y la Guardia Civil. Nuestra Señora del Buen Consejo, Patrona de Intervención. San Juan Nepomuceno, Patrón de la Infantería de Marina. San Fernando, Patrón del Arma de Ingenieros. Nuestra Señora de los Ángeles, Patrona de Helicópteros del Ejército de Tierra. San Cristóbal, Patrón de Automovilismo. La Virgen del Carmen, la Estrella de los Mares, Patrona de la Armada. El Apóstol Santiago, Patrón del Arma de Caballería. Nuestra Señora del Rosario, Patrona de la UME. Nuestra Señora del Pilar, Patrona de la Guardia Civil. Santa Teresa, Patrona de Intendencia. Santa Cecilia, Patrona del Cuerpo de Músicas Militares. Santa Bárbara, Patrona del Arma de Artillería. La Inmaculada Concepción, Patrona del Arma de Infantería. Nuestra Señora de Loreto, Patrona del Ejército del Aire. Y si aún queda sitio en los calabozos de la incultura, el rencor y la estupidez, podría añadirse a la relación de presos, la imagen doliente y afligida del Cristo de Mena, el Cristo de la Buena Muerte, venerado por los legionarios, que no dudarían en morir antes de que la mugre de los estalinistas se atreva a rozar su cuerpo crucificado y martirizado. Y si queda lugar, también sería encarcelado el «Corpus Christi», expuesto en la descomuinal alhaja –así la definió don Benito Pérez Galdós–, que recorre las calles de Toledo, escoltado por los cadetes de la Academia de Infantería, en el día más guapo de la prodigiosa ciudad catellana. Y ya puestos a encarcelar y torturar, todas las imágenes de Cristo y la Virgen que se acompañan y lloran en las procesiones de la Semana Santa, esa Semana que desea prohibir la mujer esa tan rara de «Podemos» en Sevilla, aunque ya se ha tragado doblada su necedad.

Las Fuerzas Armadas españolas están formadas por decenas de miles de patriotas que se juegan la vida por la seguridad de sus compatriotas. Y se juegan la vida sabiendo que la muerte no es el final, que su sacrificio se recompensa con la luz de los azules infinitos, que es el lugar de los hombres y mujeres que lo dan todo por los demás. Héroes y decentes, servidores y firmes, «no funcionarios» en el sentido perverso de la voz. Pueden encerrar a Cristo y la Virgen en los calabozos y las checas, pero seguirán siempre en el alma de los soldados. Pueden prohibir a los militares que vistan su uniforme en actos religiosos, pero acudirán uniformados. Pueden contratar imanes y elevar al generalato a tenientes maltratadores y expulsados del Ejército, pero no conseguirán nada.

Tan sólo el ridículo, la humillación de su propia estupidez y el desprecio de todos.

Ellos prohibiendo y los calabozos estallados de luz.