César Vidal

Hartos

La Razón
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El pasado fin de semana vino cargado de manifestaciones patrióticas y cívicas en toda España. Fueron un éxito colosal porque... estamos hartos. Sí, estamos hartos de que los nacionalistas catalanes lleven décadas persiguiendo el español; de que no cumplan las resoluciones judiciales; de que financien a entidades que odian a España como la ANC u Omnium con el dinero que Montoro y los anteriores a él han sacado de nuestros bolsillos; de tener que pagar su astronómica deuda pública y su déficit escandaloso; de que saqueen el patrimonio nacional expoliando el archivo de Salamanca, llevándose el de la Corona de Aragón y no devolviendo las obras de arte de las parroquias aragonesas; de que falseen premios y certámenes para conseguir premios que nunca merecieron e impedir que se los lleven los que debieron recibirlos; de que veten, chantajeen y sobornen; de que extiendan a lo largo y a lo ancho su imperialismo aldeano; de que intenten imponer su lengua –hermoso dialecto del provenzal– en regiones donde jamás se habló; de que, continuamente, nos estén perdonando la vida con el «no nos entendéis» cuando la realidad es que los comprendemos mucho más de lo que desearían; de que opriman a los catalanes que quieren ser también españoles; de que fracturen familias y sociedades por pura ambición; de que hayan convertido Cataluña – según datos de la Fiscalía general del estado – en la región más corrupta de España; de que hayan despreciado a los hispanos y abierto las puertas de par en par a la inmigración musulmana sólo porque no habla español; de que se hayan hundido millares de empresas por la insoportable presión fiscal destinada, entre otros chollos, a mantener sus embajadas en el extranjero destinadas a colocar amigos y lanzar lodo sobre España; de que hayan mostrado siempre tanta comprensión hacia ETA a pesar de los asesinados en Cataluña; de que hayan falseado ridículamente la Historia para pretender ser lo que nunca han sido como ya señaló Américo Castro; de que hayan utilizado la educación y los medios como métodos de adoctrinamiento goebbelsiano; de que cada nuevo privilegio pagado por el resto de España se considere insuficiente y mero acicate para expoliar más; de que griten «Espanya ens roba!» cuando es la pobre España la que paga con sudor y sangre sus atropellos y depredaciones; de que nos llamen fascistas ellos tan parecidos al nazismo. Estamos hartos.