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La Razón
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LaLiga se niega a pagar el impuesto revolucionario de la FIFA, que considera un abuso; pero tampoco incumple la ley del más fuerte, del amo. No adquirirá la patente del «Ojo de Halcón» por cuatro millones y medio de euros a la patronal mundial del fútbol ni homologará su «Media Coach», herramienta que ya utilizan los entrenadores en España. Espera llegar a un acuerdo con la Federación Española de Fútbol para poner en marcha el VAR (Video Assistant Referee), y así no necesitará ni «Ojo» ni «Media». Pero no será hasta la próxima temporada, cuando, como es deseable, la Federación haya encauzado esas aguas turbulentas y la toma de decisiones no sea una batalla dentro de otra.

Mucho antes de que se firme la paz en el fútbol español, se estrenará en Barcelona el documental «Bernabéu», que tiene dificultades en Cataluña para su exhibición. Parece mentira. No obstante, los académicos de los Premios Goya difrutarán hoy de un pase privado en la Ciudad Condal. Los peñistas del Real Madrid afincados en la república de Puigdemont, que no desesperen, no tendrán que cruzar la «frontera» para ver la película. El 13 de enero está prevista la exhibición en una sala alquilada para tal fin.

Y sí, estamos en el siglo XXI, el de la globalización, las redes sociales, los rusos y los «hackers». El siglo del 3.0 que en el nordeste español recuerda tanto a los años sesenta y setenta, cuando había que viajar al otro lado de los Pirineos para descubrir en algún cine de Perepiñán, San Juan de Luz o Hendaya lo que hacía Marlon Brando con la mantequilla. La procesión para ver el «El último tango en París» era una caravana desde San Sebastián hasta Biarritz. De recogida, la marabunta, con la mirada encendida y el ánimo alborotado, hacía un alto en «La Rosa» de Oyarzun para bajar la temperatura que Bernardo Bertolucci y alguna peli porno habían acercado al paroxismo. Tiempos en que la pasión estaba despolitizada.