El desafío independentista

Heredar la miseria

La Razón
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Cuando el ciudadano Puigdemont entre sudor ajeno y fondo de estrellas pidió el martes garantías para regresar a España deslizó su verdadero ser político. Completó ese exhorto con un «singularmente para mí». Aquí está todo el pensamiento político del ex, aquí caben todo, el concreto, el espacial y el abstracto. Solo conjuga la primera persona del singular y dado su alto grado de estulticia no va a conseguir ni los objetivos de ese «yo». En todo este «procès» y a la espera de su «proceso» hemos descubierto cómo llegar a esa personalidad. Ahora se percibe con nitidez la patología que en los tebeos de nuestra infancia, ajenos a la corrección política, dibujaban con un embudo en la cabeza y la mano en el pecho al modo napoléonico. Solo nos avisaron de esto los de la CUP cuando lapidaron a Mas y bendijeron con empates la llegada de Puigdemont. Era el «tonto útil» y así se ha ido apareciendo en todas las pantallas de este camino hacia la votación de la independencia. Adobado por unos medios de comunicación regados a chorro nunca nadie se atrevió a decir que Puigdemont estaba desnudo. Ahora sabemos que sus cortesanos confesaban eso de «nadie con dos dedos de cerebro sabe que no se puede proclamar la independencia». Ahora sabemos que los suyos le consideran un capitidisminuido. Pero herido en su orgullo todavía tiene capacidad para hacer daño a los próximos como se lo ha hecho a Cataluña y a los catalanes. Cuando hoy mismo vayan pasando por la juez y tenga que tomar «cautelares» habrá que repasar... mmm, reiteración delictiva no porque el Parlament está disuelto para todo y nadie va a ir con otra DUI; destrucción de pruebas tampoco están monitorizadas las consejerías pero el «riesgo de fuga»... ahí está. El hombre al que los devotos alimentados por esos medios que no sintieron la crisis porque recibían lo de asuntos sociales no entrará en la historia. Sus actos dan para una historieta. El Dioni asaltó un furgón, Puigdemont la dignidad de un pueblo. Uno se fue a Brasil y otro anda por Bruselas mendigando atención pública. No tendrá TV3 que le filme su crepúsculo porque va camino de convertirse en un personaje devorado. Quizá le veamos dirigirse a los viandantes subido en una caja de botellines de Mahou. Lo que queda de su partido ahora se mata a codazos por heredar la miseria.