Corrupción en CDC

Historia de otra casualidad

La Razón
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D aniel Osácar debe de ser una persona muy importante en Convergencia. Dejó en 2011, con 75 años, la Secretaría de Finanzas del partido. En su momento, el propio presidente de la Generalitat dijo que dejaba esta responsabilidad porque tenía ya una edad y porque, cito textualmente, «quería dedicarse a la familia». Sin embargo, fue todo una milonga. Mas dice no saber nada de lo que pasaba en las finanzas de CDC, pero le puso alfombra roja al que había sido su hombre de confianza una vez dimitido, y una vez retirado. Le cuidó tanto que, a pesar de que Osácar se retiraba, Mas le puso despacho y ordenador en la sede de CDC. Quizás quedaba demasiado feo que tras irse, y más tarde ser imputado, debía tener un despacho con su nombre en la puerta. Ordenador y usuario encontraron acomodo en el despacho de, nada más y nada menos, Xavier Trias, el ahora ex alcalde de Barcelona.

Mas no tuvo más remedio que reconocer que le cedió el despacho. Lo hizo de forma casi paternalista. Sin embargo, los correos encontrados por la Guardia Civil demuestran que Osácar no era el entrañable jubilado que va al partido porque no puede vivir sin él. No era el entrañable colaborador de años al que hay que dejar un espacio para que se entretenga.

Nos situamos en el año 2013. Un Daniel Osácar dedicado a la familia, y ya con 77 años, seguía activo. Muy activo a tenor del correo que recibe de Jordi Sumarroca, consejero delegado de la empresa Teyco. En este correo, Sumarroca le pide consejo de cómo responder a las indagaciones del Tribunal de Cuentas. Sumarroca no se dirige a sus asesores fiscales y legales –que supuestamente Teyco debe tener–, sino que se dirige al que fuera responsable de finanzas de CDC, que ya no lo es. No se dirige al titular de la cartera de los dineros convergentes, Andreu Viloca, que tiene despacho y también ordenador en la sede. Por cierto, también caja fuerte.

Lo lógico hubiera sido que dos años más tarde de la dimisión de Osácar, Sumarroca se hubiera dirigido a Viloca. Es más, ni eso. Si solamente se trataba de solucionar un tema administrativo con unas donaciones «legales», Sumarroca no hubiera tenido que ponerse en contacto con el partido receptor de estas donaciones «legales». Las preguntas se agolpan. ¿Por qué contacta con Osácar y no con Viloca? ¿Por qué pide consejo a CDC sobre unas donaciones «legales»? ¿Por qué sigue activo Osácar? ¿No se había retirado para atender a su familia? ¿Qué hacía realmente Osácar en la sede de CDC?

No tenemos respuesta pero seguro que nos explicarán desde CDC que todo esto está orquestado por el Estado. Seguro que al final de la historia descubriremos todos, catalanes y españoles, que Sumarroca es un agente doble y Osácar –junto a Mas, «of course»– una víctima de una oscura conspiración. Va a tener razón Mas. Hasta el 27-S van a aparecer más cosas. Y vamos a tener más preguntas.