Restringido

Hoy no es 8 de marzo

La Razón
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Hoy no es 8 de marzo, día internacional de la mujer, ni tampoco 25 de noviembre, conmemoración de la lucha contra la violencia machista, pero el sufrimiento de millones de mujeres en el mundo no entiende de fechas, ni de calendarios. En las sociedades modernas las desigualdades son el producto de la evolución de factores como el nacimiento, la riqueza o la división sexual del trabajo, razones de discriminación económicas sexista, o ambas a la vez. La discriminación es una manifestación permanente que se expresa en todos los aspectos de la vida. Ha saltado a las páginas de los periódicos el llamado «aborto masculino», esto es, millares de hombres brasileños que abandonan a sus parejas embarazadas por haber transmitido el virus Zika a sus fetos que nacerán con microcefalia como consecuencia de la enfermedad. Los integrismos ideológicos, la ignorancia y la dominación machista son los enemigos del respeto a los valores mínimos de convivencia digna. Culturas enteras consienten prácticas que ultrajan, como la mutilación por ablación que han sufrido ya 200 millones de mujeres en el mundo, especialmente en Egipto, Indonesia y Etiopía.

Pero no hay que buscar tan lejos la violencia, en España, durante el año pasado fueron asesinadas 57 mujeres a manos de sus parejas y ex parejas. No es la única forma de agresión, la violencia económica menoscaba el desarrollo personal y la dignidad de millones de mujeres, la tasa de actividad femenina es inferior a la masculina, sin embargo la tasa de paro y la precariedad laboral son superiores a las de los hombres. Muchas mujeres agotadas por la falta de oportunidad laboral, abandonan la búsqueda activa de empleo, ésta es una de las razones por las que hay 5.000.000 de mujeres que han sido declaradas inactivas por el sistema y están dedicadas en exclusiva a las tareas domésticas. El salario de las mujeres es un 30% inferior al de los hombres, además se han producido dos tipos de segregación en el mercado laboral: horizontal, y ello lleva parejo la concentración de la mujer en los sectores donde la entrada al puesto de trabajo está determinado por factores objetivos y no por la voluntad o los prejuicios del empleador, tales como la salud, educación o administraciones públicas.

Y segregación vertical, las mujeres a pesar de tener mejor formación que los hombres concentran su actividad en los escalones más bajos y menos cualificados de cada sector. El alto nivel de desempleo, la dificultad de acceso a muchos sectores y la propia precariedad laboral están en el origen del acoso laboral y refuerzan la posición de dominación y sometimiento en una sociedad injusta.

La asunción de las cargas familiares, hijos, mayores, enfermos o cuidados de dependientes, junto a las pensiones de viudedad y no contributivas que están fuera del alcance de la autonomía económica de la mujer están dando lugar a la feminización de la pobreza en España.

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero promovió la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, conocida como la ley de igualdad en la que se impulsaban medidas que tenían como final igualdad de trato entre hombres y mujeres y la eliminación de cualquier forma de discriminación. Los mimbres para construir el futuro están puestos, la transformación de la sociedad es una cuestión de voluntad e implicación de los poderes públicos y de los ciudadanos. De poco sirven los instrumentos legislativos, los juzgados de violencia sobre la mujer, las reformas legales sobre el acoso sexual y por razón de sexo si las mujeres siguen siendo rechazadas para ocupar un empleo porque en una sociedad aún machista se las considera más dependientes de las contingencias del hogar que los varones o si son acosadas por su encargado aprovechando la precariedad de su empleo y la necesidad de un salario.

Estar comprometido por la igualdad no es acudir al Congreso de los Diputados con un bebé en brazos, no es mostrar una pose con discursos electorales. Estar comprometido es activar la lucha contra la ablación en el mundo, denunciar e intentar impedir cualquier forma de discriminación como la de las mujeres infectadas por zika en Brasil y tener un plan en España para la igualdad que alcance todos los sectores, de manera transversal: educación, mercado laboral y violencia machista. La Ley de Igualdad que impulsó el Gobierno socialista propugnaba la participación de las mujeres en los órganos de dirección empresariales, políticos y sociales, quizá también está llegando la hora de que España tenga una mujer al frente del Gobierno.